Por Pegaso
Quiera que no, todos los viernes en la noche me pongo a ver el esperpento ese llamado “Master Chef”, donde ahora salen algunas “celebridades”, entre las que se encuentran deportistas, modistas, árbitros, artistas y hasta influencers.
Prácticamente desde el inicio de esta nueva edición sobresalió por su peculiar estilo de conducirse en público una influencer que también ha incursionado en el mundo del modelaje. Creo que le dicen “La Baboshita”.
A pesar de que ya no se coce al primer hervor, habla, se comporta y tiene un coeficiente intelectual de una niña de diez años.
Lo peor del asunto es que a la gente le gusta y le sigue la corriente.
En redes sociales, como Twitter y TikTok, la influencer es de las más mencionadas:
-Mauricio después de decirle a la Baboshita cómo hacer la salsa de tuna.
-El Chef Herrera probando la salsa de Baboshita, ja, ja, ja.
-Las carnitas de José Joel y de la Baboshita.
Todo es la Baboshita. La Baboshita por acá, la Baboshita por allá.
Prácticamente eclipsó a las verdaderas estrellas, como Aída Cuevas, como Paty Navidad, Laura Flores, Stephanie Salas o Alicia Machado.
¿Por qué? Se preguntarán mis dos o tres lectores.
Bueno, pues porque para los caballeros siempre es atractiva la combinación de una exuberante mujer con la personalidad de una colegiala.
Pero además, aunque la Baboshita ha demostrado que tiene el cerebro del tamaño de una nuez, eso no le ha impedido tener más de 3 millones de seguidores en sus redes sociales.
Y quiero ser bien claro. No soy de ninguna manera misógino. Por el contrario, respeto y admiro a toda mujer por el hecho de ser mujer y no por un mal entendido feminismo.
Sin embargo, expreso mi punto de vista cuando veo una figura tan estereotipada como la de la Baboshita y no dejo de asombrarme tanto interés que despierta entre la población masculina, principalmente.
Eso demuestra el nivel cultural que posemos los mexicanos, donde el promedio de libros leídos al año no supera los 2.5, pero las revistas del corazón, las churronovelas, las series de Netflix y los programas chatarra los consumimos en cantidades industriales.
Esta influencer-la Baboshita- me remite al Japón. Allá, los viejones de más de cuarenta sienten una fascinación hacia las adolescentes. Si no me creen, pueden consultarlo en su amigo Google. Pero más bien, hacia las adultas que se visten como adolescentes o colegialas, porque allá, como acá, está prohibida la pedofilia.
La Baboshita se comporta como una niña grandota en un programa que es visto por millones de personas, donde se nota que el Chef Herrera, un garañón y lujurioso regiomontano, prácticamente se la come con los ojos, como si degustara un platillo suculento.
La Baboshita, ese cúmulo de ebúrneas protuberancias, está haciendo ganar millones de pesos a la empresa televisora que produce el programa.
Ha dejado muy abajo en audiencia a las moconovelas y a los sangrientos noticieros de TeleAztuerca, o al bigotes de quemador de Javier En la Torre.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “¡Guarde silencio de inmediato, añoso tortillero!” (¡Ya cállese, viejo lesbiano!)