Por Pegaso
Volando sobre la estratósfera me enteré de la condena a cadena perpetua más 30 años de cárcel en una prisión de super máxima seguridad en gringolandia y aparte, un multón de 12,600 millones de dólares, tras ser hallado culpable de 26 violaciones a la ley de drogas y conspiración de homicidio, aplicada al archifamoso narco mexicano, Joaquín «El Chapo» Guzmán.
Sin esperanzas de salir algún día de ese hoyo, a menos que encuentre la manera de fugarse, el capo se despidió de la corte con una tierna cartita donde dice que lo trataron mal, que violaron sus derechos, que su permanencia en una oscura celda ha sido una tortura porque no respira aire puro y le duele la garganta, la nariz y la cabeza.
Total, todo el proceso judicial ha sido una tortura psicológica las 24 horas del día y una total falta de respeto a su dignidad humana,-le dijo al juez.
Eso no ablandó al letrado, quien sólo se le quedaba viendo con una sonrisilla picarona.
Tras este reality show transmitido a nivel mundial, el destino de «El Chapo» fue sellado y de esta manera uno de los criminales más famosos de la historia, sólo por detrás de Hitler, Al Capone y Pablo Escobar, pasará en chirona el resto de su existencia… y 30 años más.
Sin embargo, yo tengo otros datos.
Pienso que, en lugar de meterlo a la cárcel de por vida, los gringos debían considerarlo héroe nacional, levantarle estatuas y poner su nombre a muchas escuelas públicas.
«El Chapo» ha prestado un gran servicio a los Estados Unidos, mucho más valioso que las hazañas de McArtur en la Segunda Guerra Mundial.
Olvídense de los asesinatos, secuestros, violaciones, masacres, ajustes de cuenta, entambados y mil travesurillas más que hizo en México durante su prolífica carrera delictiva.
En Estados Unidos se le debe rendir honores, no meterlo a la cárcel a purgar cadena perpetua.
¿Por qué digo esto? Pues porque ha prestado a la ciudadanía de aquel país un servicio invaluable: les ha proveido durante muchos años de las sustancias que necesitan para su solaz y esparcimiento.
Sí. No se burlen. Al «Chapo» le deben los gringos haber pasado horas y horas de felicidad, con su churro de hierba o su pasesito de mota a un lado.
Para nadie es un secreto que todo mundo tiene su «dealer» particular, su vendedor de hierba preferido. Casi en cada cuadra de ese felicísimo país hay un «dealer» que hace las delicias de chicos y grandes.
No es exagerado decir que más del 80% de la población anglosajona de los Estados Unidos ha probado o prueba algún tipo de estupefaciente o estimulante, porque están a su alcance, porque los hay en todas las presentaciones, colores, olores y apariencias.
El norteamericano promedio no puede vivir sin la droga, la cual se mete hasta por las orejas.
¡Vamos! ¡Hasta los niños de cuna ya piden su porro en lugar de mamila!
La vacuidad de su vida se ve compensada por la evasión que les proporciona el consumo de mariguana, cocaína o las drogas sintéticas, como los famosos «roofies».
«El Chapo» y sus amiguitos se han encargado durante décadas de surtirlos para que sigan siendo una nación feliz, para que continúen disfrutando del conocido «estilo de vida norteamericano».
Ya lo decía el loquito aquel, el Dr. Mireles: Los narcos son gente buena, llevan beneficios a sus comunidades, levantan escuelas, son padrinos de boda, pavimentan calles y traen la prosperidad a las regiones.
«Los malos son los de la delincuencia organizada»,-decía ese personaje en un video que se hizo viral. «Esos matan, violan, roban y secuestran», sin considerar que se trata de dos caras de la misma moneda.
Al menos en su tierra natal, «El Chapo» es todo un personaje, muy querido y admirado por todos.
Hablando de narcos, yo me sorprendo por las sumas millonarias que maneja la industria de la siembra y trasiego de droga. Pero más me sorprende saber que lo que se ganan los cárteles mexicanos es una miseria comparada con lo que obtienen los grandes jefes de la mafia gringa.
Si las utilidades de los mafiosos mexicanos llegan a los miles de millones de dólares al año, las ganancias de los narcos gringos se mide en miles de billones, es decir, miles de miles de millones. Es como comparar una sandía con una uva.
A ver, ¿me puede decir alguien cómo se llaman los principales cabecillas de la delincuencia organizada de los EEUU?¿Alguna vez se sabe que hayan detenido a algún capo grande?
¡Pues no! Allá nadie habla de eso, ni siquiera se les molesta, porque trabajan de acuerdo con el Gobierno, y todos felices, mientras les llegue su cigarrito de mota o su pasesito de coca a los sufridos ciudadanos de aquel maravilloso país.
Por eso digo que al «Chapo», en lugar de refundirlo en la cárcel debieron condecorarlo como a un héroe nacional.
Y vámonos con el refrán estilo Pegaso que dice a la letra: «Atracador que sustrae algún bien a su similar, cuenta con amnistía de un siglo». (Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón).