Por Pegaso
Corría el año 1957 y allá, por el rumbo del bar Cadillac, se dejaban escuchar los melancólicos sonidos del acordeón y el bajo sexto, tocados por dos jovenazos imberbes hasta entonces desconocidos: Cornelio Reyna y Juan Peña, integrantes del «Dueto Carta Blanca».
Me acordé de ese dato ayer, durante mi vuelo vespertino por los frescos y agradables cielos de Reynosa, tras enterarme que el Municipio entregará la Medalla al Mérito Ciudadano «Marte R. Gómez» precisamente a quien después hiciera famosas canciones como «Me caí de la nube» y «Lágrimas de mi barrio».
«El Cornetas», como le decían sus cuates de la bohemia, no nació en Reynosa, sino que fue originario de Parras de la Fuente, Coahuila.
Su nombre completo era Cornelio Reyna Cisneros.
A lo largo de su carrera de casi treinta años grabaría 60 discos de música ranchera y norteña.
Después de deambular por algunos antros de Reynosa, hizo mancuerna con otro grande, Ramón Ayala, para formar el grupo Los Relámpagos del Norte.
Ramón Covarrubias, que luego se cambiaría el nombre a Ramón Ayala, llegó al bar Cadillac para bolear zapatos.
Su inata habilidad con el acordeón le valió ser sustituto de Juan Peña en el Dueto Carta Blanca, mismo que después pasaría a ser, precisamente, Los Relámpagos del Norte.
Fue en 1963 cuando empezaron sus éxitos, con giras regionales y en el Valle de Texas, con temas como «Ay, ojitos», «La tinta de mi sangre», «Vida truncada» y más.
Cornelio abandonó Los Relámpagos y poco después se unió con Kiko Montalvo, de Cadereyta, formando Los Reyes del Norte, de donde vienen sus más sonados éxitos, como «Me caí de la nube», «Lágrimas de mi barrio», «Mil besos» y otras que aún se tocan en estaciones de radio regionales.
Aparte de cantante, fue también prolífico actor cinematográfico. Fueron unas 30 películas en las que participó, todas ellas en base a temas de sus canciones, bajo la dirección de Rubén Galindo.
Su filmografía incluye: «La esperanza de los pobres», «Las sobrinas del diablo», «Contrabando por amor», «El ladrón fenómeno», «El norteño enamorado», «El andariego» y por supuesto, «Me caí de la nube».
En una de sus escenas más célebres, un amigo lo consuela diciéndole: «Ni modo, mano, no se te hizo ser la quinta estrella», refiriéndose a los cuatro grandes de la música vernácula nacional: Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís y José Alfredo Jiménez.
En su momento, cuando parecía que su imagen tendría una mayor proyección nacional, fue tremendamente opacado por el «charro sexi», Vicente Fernández, tal vez porque Cornelio no era precisamente un galán de almanaque.
En fin. Ayer, durante la presentación del programa cultural y artístico de la Fundación de Reynosa, un compañero le preguntó a la Alcaldesa Maki Ortiz sobre una declaración que hizo Ramón Ayala, de que no se atrevía a venir a Reynosa ni por las tortillas, por el tema de la inseguridad.
Toda atenta, con una amplia sonrisa en la cara, Maki invitó no sólo a Ramón, sino a todas las personas del Valle de Texas para que vengan a disfrutar de la programación que inicia el 10 y termina el 18 de este mes.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «Si están elaboradas a base de sémola de Triticum sp, abstente de aplicarles una dosis de calor». (Y si son de harina, ni me las calientes).