Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerca de la estratósfera, bronceando mis alitas con los inclementes rayos solares de la canícula, y escuchaba por medio de las ondas hertzianas cómo algunos comentaristas anticipan una especie de dictadura, una vez que El Peje tome posesión de la Presidencia de la República.
De entrada, les doy la razón y considero que es mal síntoma el que aún conserve en su equipo más cercano a reconocidos delincuentes de cuello blanco, y que además esté pensando en ubicarlos en puestos claves de su gobierno.
Me parece mal que no haya aclarado por completo lo que ahora se ha dado en llamar el «Morenagate», un escándalo que hace tambalear la credibilidad de su proyecto político y nos obliga a pensar en aquel viejo y conocido refrán que dice: «No hagas cosas buenas que parecen malas».
Empezaré diciendo que todo Presidente de la República goza de un poder casi omnipotente.
En años muy pasados, el mandatario solía decir a alguno de sus asistentes: «¿Qué horas son, Fulano?» Y el aludido le contestaba: «Las que usted diga, patroncito».
Resulta fácil pensar que a cualquiera de los que alcanzan la máxima representación del país le puede pasar por la mente la posibilidad de convertirse en un dictador, como ya se ha visto en otros países del mundo.
Recordemos que Carlos Salinas quería reelegirse, y que algunos lamehuevos oficialistas ya casi casi lo consideraban como un rey, antes de aquella catástrofe económica que se llamó «El Error del 94».
Así que para aquellos que temen que El Peje se convierta en un dictador, les tengo una noticia: ¡Sí será un dictador!
¿Saben con qué otro nombre se conoce al Comunismo?
¡Claro! Se le llama también «Dictadura del Proletariado», y el que lo encabeza, por definición, es un dictador.
Aunque no creo que AMLO instaure en México un comunismo rampante, sí habrá importantes concesiones a los trabajadores.
Nuestro dictador deberá ajustar el nuevo sistema político mexicano a los nuevos tiempos y a la cercanía con los Estados Unidos.
Caer en la tentación de hacer un gobierno similar al de Venezuela, por ejemplo, implicaría la intervención descarada del gringo para desestabilizarnos aún más, políticamente.
Pero esas son conjeturas.
Yo veo más parecido al Peje con el personaje de Charles Chaplin en la película «El Gran Dictador», filmada en 1940, donde el genial mimo británico hace una parodia de Hitler.
Si Fox nos hizo reir, si Calderón nos hizo llorar, si Peña Nieto nos hizo cagarnos de hilaridad con sus ocurrencias, es de esperarse que López Obrador nos mantenga durante los próximos seis años pendientes de su chispeante ingenio.
¡A un lado, Jo-Jo-Jorge Falcón, quítate Polo Polo, retírate Chiz Chaz, que aquí viene el nuevo dictador mexicano!
Y va el refrán estilo Pegaso que dice: «Abstente de observar las condiciones en que me presento, lo positivo es que en estos momentos hago acto de presencia». (No te fijes cómo vengo, lo bueno es que ya llegué).