Por Pegaso
Andaba yo volando sobre los nubosos y cada vez más calurosos cielos de Reynosa, recordando cómo a cien días de su mandato, Andrés Manuel López Obrador, el Pejidente de Mexicalpan de las Tunas, es el mandatario con mayor credibilidad en la historia del País y posiblemente uno de los mejor calificados a nivel mundial, péjele a quien le peje.
Los cada vez menos simpatizantes del PRI y del PAN, partidos a los que les puso una arrastrada en las elecciones federales del 2018, lo atacan cada vez con mayor ahínco y empecinamiento.
El país está polarizado entre un 80% que lo apoya y un 20% que lo odia a muerte.
Yo, Pegaso, he decidido darle el beneficio de la duda.
He dicho a mis amigos y a quienes me quieren escuchar que cien días es poco. Es apenas el 4.5% de su gestión, que abarcará seis años o el 9% si a mediados del sexenio el pueblo decide revocarle su mandato.
Esperen a que tenga por lo menos seis meses para que ya no tenga barra, para que ya no le eche la culpa a los gobiernos anteriores o a la mafia del poder.
Si en el primer semestre aún conserva un promedio del 80% de aceptación, merecerá mis respetos, porque estaremos ante una figura de la talla de Cárdenas.
Si aguanta el mismo ritmo durante el primer año, tendremos un Madero redivivo, y si al finalizar los seis años sigue vivito y coleando con una calificación consistentemente alta, entonces habremos dado con un estadista fuera de serie, un patriota sin parangón en la historia de la cultura occidental, un coloso similar en grandeza a Benito Juárez o a Simón Bolívar, merecedor de himnos, odas, églogas y epopeyas.
Cantos épicos como aquel que dice: «Tu nombre encierra el debate,/ para unos eres un héroe,/ para otros el demonio encarnado,/ pero tus obras están vigentes./ Dirigido a la conciencia de los pueblos,/ cual saeta veloz e imparable, el apotegma obradorista imperecedero/ retumba en aguas, cielos y montañas.»
Pero por lo pronto, vamos a darle chance que siga moviendo el avispero.
En el miniinforme que dio por motivo de sus primeros cien días de gobierno, apuntó que los índices de inseguridad disminuyeron de un 91.3 a un 88.2% y el robo de vehículos bajó de 669.6 casos a 636.1 casos.
Destacó el combate al guachicol, donde la cifra de urtos en estos primeros tres meses y fracción cayó a límites controlables.
Vamos, hasta el propio milloneta Carlos Delgado, alias Carlos Slim le echó flores al terminar el evento que se realizó en Palacio Nacional.
Deja muchas preguntas en el aire, eso sí.
No hay en estos primeros cien días, por ejemplo, algún líder, político o exfuncionario de alto nivel que haya sido enjuiciado por corrupción, a pesar de que todos los días repite que el combate a ese cáncer va en serio.
También están los casos de periodistas y activistas sociales victimados en su incipiente Administración, o el tema laboral, donde no se sabe aún qué tratamiento se dará a los cacicazgos nacionales y regionales del sector obrero.
De la Comisión Federal de Electricidad, donde los robos se equiparan a los de PEMEX, se ha dicho muy poco. El Peje sólo ha mencionado que sacarán los corruptos, pero no se sabe si serán castigados por sus demasías.
Es precisamente ese el tema más importante que se le critica: La especie de amnistía o perdón que AMLO está dando a líderes ladrones y funcionarios corruptos, a pesar del enorme quebranto que causaron y siguen causando al país.
Yo esperaré hasta los primeros seis meses.
Después de ese lapso emitiré mi juicio contundente y lapidario, juicio inapelable que será tomado como referente en los siglos venideros, para beneficio y provecho de la Nación.
Mientras tanto, concluyo la presente colaboración con el refrán mexicano estilo Pegaso: «A un ritmo pausado, puesto que me desplazo de manera vertiginosa».(Despacio, que voy de prisa).