Por Pegaso
Canta, oh, Pegaso, la cólera del Peje AMLO, cólera funesta que causó infinitos males a sus enemigos políticos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de Gobernadores, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves-cumplíase la voluntad del Pueblo- desde las elecciones disputando el Peje, Presidente de la República y los divinos Gobernadores.
¿Cuál de los Diputados o Senadores promovió entre ellos la contienda para que pelearan? Ricardo Monreal, airado con los Gobernadores, suscitó en el Congreso de la Nación maligna peste y los diputados y senadores sufrían por el ultraje que los Gobernadores infirieran a los Coordinadores Estatales. Estos, deseando que les quitaran poder, se habían presentado en la Capital del País con una contrapropuesta y las ínfulas de sus representados, quienes estaban pendientes de los sucesos, y a todos los diputados federales y senadores, y particularmente al Peje, gobernadores y diputados locales así les suplicaban:
¡Presidente y demás representantes populares, de hermosas curules! Los ciudadanos, que poseen humildes moradas os permitan gobernar el País y terminar satisfactoriamente su mandato. Dejadnos en libertad de hacer nuestro trabajo y gobernad en paz.
Todos los diputados locales aprobaron a voces que se respetara a los gobernadores y se admitiera el espléndido acuerdo, más el Peje AMLO, a quien no plugo el acuerdo, los despidió de mal modo y con altaneras voces.
-No dé yo con ustedes, gobernadores, cerca de Palacio Nacional, ya pórque ahora demoren su partida, ya porque vuelvan luego, pues quizás no les valga el fuero y el mandato constitucional que tienen. Yo gobernaré a mi modo, antes les mandaré superdelegados para que estén pendientes de lo que hacen en sus respectivos Estados. Pero váyanse, no me irriten para que puedan irse sanos y salvos.
Así dijo. Los gobernadores sintieron temor y obedecieron el mandato. Fuéronse en silencio hacia el aeropuerto y mientras se alejaban, dirigían muchos ruegos a los congresos estatales:
-¡Oídnos, diputados locales, aliados nuestros, que imperan poderosamente en los congresos! Si alguna vez presentamos iniciativas ante ustedes, o apoyamos algún punto de acuerdo que les favoreciera, cúmplannos este voto: ¡Pague El Peje nuestras lágrimas con sus leyes!
Así dijeron rogando. Oyéronlos los diputados locales e irritados en su corazón, descendieron de sus curules con la ley en las manos. Las curules resonaron a las espaldas de los enojados legisladores, cuando éstos comenzaron a moverse.
Iban parecidos a la noche. Sentáronse en el Congreso, empezaron a vociferar y se publicaban sus opiniones en los medios de comunicación.
Al principio sólo hablaban contra los diputados federales y los secretarios de Estado, más luego dirigieron sus amargas palabras contra AMLO y sus colaboradores más cercanos, y continuamente ardían los medios de comunicación con cada declaración.