Por Pegaso
Ayer me aventé el mañanero.
Pero no sean pensados. Lo que pasa es que antes de iniciar mi acostumbrado vuelo matutino le prendí la tele y lo primero que vi en la pantalla fue la conferencia de prensa que todos los días encabeza el Pejidente López Obrador en vivo, a todo color y en cobertura nacional, incluyendo a Tamaulipas, donde estamos en tiempos electorales.
Ahí, el mandatario dio a conocer el nombramiento del nuevo Director del IMSS, Zoé Robledo, quien sustituye al defenestrado Germán Martínez Cázares.
Éste último se estaba convirtiendo en un cadillo en medio de los glúteos para la Administración de AMLO, porque no soportaba la intromisión de Hacienda y la extrema austeridad que ha impuesto el Peje.
La austeridad está bien. No es justo que que un servidor público, que a final de cuentas es nuestro gato, porque nosotros le pagamos de nuestros impuestos, gane una fortuna por no hacer nada, mientras que un albañil, un obrero de maquila o un empleado tienen que sobarse el lomo a veces en doble turno para apenas obtener lo suficiente para subsistir.
Lo malo de los recortes es que se afecta a sectores muy sensibles.
Vehía yo, por ejemplo, que el presupuesto para promover el beisbol, el deporte favorito de López Obrador, es de 500 millones de pesos, en tanto que la partida para atender el cáncer cérvico uterino es de apenas 2.8 millones de devaluados y cero para el cáncer de mama.
El tren maya, que, efectivamente podría impulsar la economía de la región sureste del país, costará una fortuna, pero en el IMSS, el ISSSTE y el sector salud no hay medicamentos, o estos son marca patito.
Pacientes con enfermedades crónico degenerativas, como la diabetes, la hipertensión arterial, o padecimientos como el VIH, que no pueden esperar para sus tratamientos, son dejados a su suerte.
Comprendo que se detectó un mar de corrupción en el tema de la compra de medicinas por parte del Sistema Nacional de Salud y que se tiene que acabar con eso, pero no entiendo la tardanza en contratar a una empresa que sí garantice el abasto necesario y justo, sin que alguien se lleve un moche en el proceso.
Quizás se trate de un tema de eugenesia.
Quienes están familiarizados con las teorías de conspiración sugieren que bajo determinadas circunstancias, los gobiernos promueven guerras y enfermedades para eliminar a los más débiles y enfermos.
Posiblemente estemos en una modalidad de eugenesia en México. Sin medicamentos, pronto a los enfermos de VIH, los hipertensos y diabéticos colgarán los tenis y entonces, el gobierno lopezobradorista se ahorrará una buena lana que después se aplicará en el nuevo aeropuerto, en el tren maya y en los ninis.
Las críticas de la prensa fifí y de los conservadores del PAN se están haciendo más fuertes, y posiblemente logren horadar la gruesa carcasa de la que se ha rodeado el Pejidente AMLO.
Ya renunció el Director del IMSS. No creo que los demás secretarios y subsecretarios aguanten el rigor de la austeridad que impone el Peje, sentadito en su silla, allá, en Palacio Nacional.
Todos ellos, acostumbrados al lujo que puede pagar el dinero proveniente de nuestros impuestos, no aguantarán mucho más antes de seguir los pasos de Germán Martínez y tirar la toalla.
Porque ya lo dijo López Obrador, que a él no le importaría meter a la cárcel a sus hijos, a sus hermanos o a su vieja si cometen algún acto de corrupción, mucho menos a sus amigos.
Bajo esta advertencia, podría llegar a ocurrir la renuncia en cascada, precisamente como le está pasando al Trompas en gringolandia.
Sencillamente no hay forma de aguantar a ese tipo de personajes ególatras e intolerantes.
¿Eugenesia programada? Si en breve no se soluciona el suministro de medicamentos en los hospitales e instituciones de salud, pensaré que hay un plan con maña para barrer con los viejitos y con los enfermos de VIH.
Déjolos con el acostumbrado dicho mexicano estilo Pegaso: «¡En este momento hemos sido levantados por el comediante!» (¡Ya nos cargó el payaso!)