Por Pegaso
Volando por el límpido cielo de Reynosa, disfrutando del cálido clima que anticipa la llegada de la primavera, no dejo de pensar en la ola de temor que recorre todo el territorio nacional.
Los arteros crímenes cometidos contra mujeres en los últimos días (una joven, Íngrid y una niña, Fátima) han despertado la conciencia nacional y apenas hoy los mexicanos piden a las autoridades que hagan algo para castigar a los culpables.
Porque no se trató de crímenes comunes y corrientes. Las víctimas son el daño colateral de una sociedad descompuesta, putrefacta y pestilente.
Es producto de la impunidad que durante décadas ha existido en todos los ámbitos, pero más en el de los delitos del fuero común.
Si alguien me pregunta cuántos delitos llegan a castigarse en Reynosa, yo le diré que de diez que se denuncian, once quedan sin sanción.
Y a nivel nacional no se diga.
Más aún cuando el propio Pejidente acaba de decir que los delincuentes son seres humanos y merecen nuestro respeto.
Creo que eso tendría que decírselo a las madres y padres de familia que sufren por el secuestro o el asesinato de sus retoños.
La actitud permisiva del gobernante puede generar más crímenes contra mujeres, porque se abona a la impunidad.
Estoy seguro que los feminicidas, los redomados machistas y los misóginos son sujetos a los que su mamacita no los amamantó cuando eran chamacos y desarrollaron un odio visceral hacia las féminas.
No se puede explicar de otra manera su actitud.
Porque, como dice Arjona: “¿Qué hubiera escrito Neruda?¿Qué hubiera pintado Picasso, si no existieran musas como ustedes?”
La mujer es lo más grandioso del mundo, porque todos venimos de una.
Además, no hay mejor lugar en el mundo que los tibios brazos de nuestra amada.
¿Quién podría violentarlas si no es un individuo con fuertes traumas infantiles?
Lo que sí está bien comprobado es que no hay violador que esté mentalmente sano. También, puedo asegurarles, que no hay depredador sexual guapo. Todos están más feos que Danny Trejo después de una noche de peda.
Simplemente no puedo imaginar que Brad Pitt, Chris Pratt o Jhonny Deep sean violadores en serie, porque lo que le sobran son mujeres.
Los hombres feyoyos violan a las chicas hermosas porque saben que están fuera de su alcance, y jamás las tendrán de otra manera; (Nota de la Redacción: Bueno, Pegaso, hay algunas que lo hacen por dinero) pero además, en su mundo de fantasía creen que ellas les hacen ojitos o intentan provocarlos al vestirse con entallados pantalones o sugerentes minifaldas.
Lo fácil que resulta cometer un delito en México sin ser castigado, sea cual sea, produce un efecto multiplicador, y si hace cinco años había mil violadores, ahora hay diez mil, y si había 100 mil rateros, ahora hay un millón.
Hablando de feminicidios, debo decir que condeno absolutamente todo tipo de maltrato o abuso en contra de las mujeres.
Todavía suena en mis oídos aquella canción que decía, “El violador eres tú, el violador eres tú; y la culpa no era mía, ni dónde andaba ni cómo vestía”, y ya se están preparando nuevamente las del movimiento feminista para manifestarse públicamente en contra de esta nueva ola de violencia que amenaza con cobrar más víctimas.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “A la fémina no se debe palpar ni aún con la corola de una flor del arbusto perteneciente a la familia Rosoideae”. (A la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa).