Por Pegaso
Cuando Richard Dawkings, prestigiado etólogo y divulgador científico británico acuñó el término “memética” en su libro “El Gen Egoísta”, jamás pensó que la palabreja se convertiría en una de las más populares en la historia reciente de la Humanidad.
Un meme, de acuerdo con Dowkins, es una unidad de información cultural que se replica de un individuo a otro, en ocasiones, con rapidez pasmosa.
Como herramienta política, los memes han comprobado ser altamente eficaces. Si un político o servidor público dice o hace alguna tontería o algo que de una manera u otra afecta a la mayor parte de la población, ésta responderá con ingeniosos mensajes en las redes sociales que se difundirán más rápido o más despacio dependiendo del ingenio que se utilice en ellos.
Dos ejemplos de cómo se difunde y qué elementos debe tener un buen meme, es el siguiente:
Supongamos que en una calle del Distrito Federal muere un albañil, Juan Pérez, al caer de un andamio. Un segundo después, uno de sus compañeros que estaba cerca se da cuenta. Éste corre a informarles a sus compañeros, para lo cual, ya han pasado varios minutos. Se da aviso a la ambulancia y en media hora más, llegan los servicios de emergencia, acompañados por los representantes de agencias funerarias. Luego la familia es informada. Tal vez en el transcurso de las siguientes horas, algún pariente de Tamaulipas o de Chihuahua ya estén enterados, porque lo subieron a algún grupo de WhatsApp o de Facebook. Y hasta ahí para la onda expansiva del meme.
Pero supongamos que alguien llega hasta Palacio Nacional y le pega un balazo al Presidente de la República.
No pasará ni un minuto antes de que todo México y el mundo lo sepa. Se trata en este último caso de un meme que tiene una gran velocidad de difusión. Es como comparar el estallido de un cuete con una bomba atómica.
Por eso, cuando al Pejidente ALMO se le ocurrió proponer la rifa del avión presidencial, casi de inmediato surgió el ingenio mexicano y produjo innumerables memes que invadieron las redes sociales en tiempo récord.
Y junto con el concepto de “meme”, vienen otras palabritas, como “viral” y “top trending”.
Un video o información que se hace viral es sencillamente eso: Una forma rápida de pasar de un usuario a otro, de una persona a otra.
En los siguientes minutos del famoso discurso de la rifa, que ya ha desbancado al de Luis Donaldo Colosio como el más importante de las últimas décadas, todos teníamos en nuestros teléfonos y en nuestras computadoras personales una colección increíble de “memes”, desde los más chafas hasta los más ingeniosos.
En uno de ellos se veía una tabla con pequeños chicles Canel´s pegados, como se acostumbraba hace años para hacer rifas entre amigos o familiares. El que sacaba el chicle que tenía el número ganador en la parte de atrás, obtenía un premio.
Otros avispados usuarios de las redes hicieron un montaje, con unas casas del INFONAVIT y la foto del avión presidencial estacionado en una calle y la leyenda: “¿Dónde estaciono el avión si me lo gano?”
Hubo muchos hashtags, pero el primero fue, sin duda #simesacaraelavionpresidencial, donde hubo chorromil comentarios, unos a favor y otros en contra de la idea de rifar el armatoste.
Viene a cuento el tema porque el sábado pasado, en una cátedra impartida por Carlos Peña en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Tamaulipeca, se armó la discusión entre los alumnos, y como ya se hizo costumbre que ocurra en todos los niveles de la vida política y social del País, el salón se dividió en fifís y chairos.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “¡Pequeño recipiente de bebida alcohólica originaria de Jerez, Zacatecas, la totalidad del mensaje que me dirijas se tornará a la inversa”. (¡Botellita de Jerez, todo lo que digas, será al revés!)