Por Pegaso
Andaba yo volando allá, sobre el nuboso cielo de Reynosa, disfrutando del rico clima que ya empieza a refrescar.
Viendo las últimas noticias, nos llegó desde Asia un hecho terrible: La fiebre porcina está diezmando la población mundial de cerdos.
Tan sólo China, que tenía casi la mitad de los chanchos del mundo, ha tenido que sacrificar a más de la mitad de ellos a causa del germen que puede transmitirse a los humanos.
Dentro de poco tiempo habrá escasez de carne de cerdo y entonces, vendrá el encarecimiento de todos sus derivados, desde la carne hasta la grasa.
La terrible noticia es que, a consecuencia de eso, nuestros suculentos taquitos al pastor subirán de precio en poco tiempo.
Los tacos al pastor, de acuerdo con las más populares recetas, están compuestos de carne de res y cerdo; para hacer el «trompo» se colocan capas alternadas de bisteces de ambos animales, ensartadas en una varilla de acero, hasta lograr la forma típica. Se baña con una salsa de chile guajillo y se le pone un buen trozo de piña en la parte superior. Luego se coloca verticalmente cerca de una hornilla también vertical y se le da vueltas continuamente, hasta que se asa la carne. Una vez que la carne está jugosa, con el trompo chorreando de grasa y despidiendo un delicioso olor, el taquero toma un filoso cuchillo y procede a hacer cortes precisos, de tamaño apropiado, para rellenar con ese preparado las tortillas que deben estar calientitas.
Un buen taco al pastor se acompaña con un pedacito de piña, su cilantro, su cebollita bien picada y su chesco bien frío.
Lamentablemente, si la fiebre porcina obliga a sacrificar más cerdos en China y en otros países, la producción mundial estará amenazada y el precio de la carne se irá a las nubes.
¡Imagínense!¿Qué pasará con la economía del mexicano promedio?
Actualmente cada orden de taquitos al pastor anda alrededor de ochenta pesos.
Sospecho con el pecho y calculo con el… cerebro, que por lo menos se irán a los 100 o 120 pesos.
Así que hay que aprovechar ahorita, antes de que la fiebre porcina nos empiece a privar de tan apetecible manjar.
Corra a su taquería de confianza y pídale no una, sino dos o tres órdenes de trompo para que deleite las pupilas gustativas, antes de que sea demasiado tarde.
Olvídese por un momento del colesterol y de los triglicéridos. Deje a un lado su sospecha de que la tierrita que se les pega de la calle es lo que les da el sazón. Conviértase en un voraz consumidor de taquitos al pastor, o lleve una docena a su nevera para conservarlos durante algún tiempo. No vaya a ser que, efectivamente, nos lleve la chinada.
¿Qué sería del mundo sin carne de cerdo? Pregúntome yo.
No tendríamos, por ejemplo, los chicharrones de Barcel, tampoco los cueritos que vienen en frascos, ni las carnitas de El Chubasco, ni el chorizo Don Chema.
Nuestros frijoles charros estarían insípidos, porque les faltarían varios ingredientes importantes, como los cueritos, el tocino y el chorizo.
Los tamales serían solamente de pollo, de frijoles o de queso.
Quienes estarían felices y contentos serían los judíos ortodoxos, quienes no comen cerdo ni a mentadas de mamá, por prohibirlo la Biblia.
Fuera de ellos, el resto del mundo extrañaría el delicioso sabor de la carne porcina la cual, está por demás decirlo, debe consumirse con moderación, por las grasas saturadas que contiene.
De momento lo que temen los especialistas en la gastronomía mexicana es que se encarezcan los tacos de trompo y demás derivados.
Veremos si los chinos, con todo su avance tecnológico, pueden frenar la fiebre porcina.
Si lo logran, los mexicanos podremos seguir degustando los riquísimos tacos de trompo.
Va el refrán estilo Pegaso que dice: «Tal asunto se presenta en idioma cantonés». (Esto está en chino).