Por Pegaso
Sentado en mi mullido cumulonimbus no deja de asombrarme la ligereza con que las personas suelen tomar las cosas, de cómo se llega a confundir el polvo dorado con el oro empolvado porque ambos se parecen, pero definitivamente, no son lo mismo.
Lo digo porque ayer, en las redes sociales, circularon unas fotos con un comentario donde se atacaba al Diputado Local Javier Garza Faz por andar regalando bolsas de tomates con su nombre y el logotipo de su partido, como si ya anduviera haciendo campaña.
Hubo quienes lo bautizaron como “Lord Tomates” y lo empezaron a criticar por aprovecharse políticamente de la situación ya que se supone que un productor agrícola no pudo exportar la legumbre y prefirió donarla por medio de algunos legisladores, que dejar que se echara a perder en los camiones.
En el mismo mensaje, se coloca la foto de una caja blanca con el logotipo de la empresa GranD, de Ciudad Victoria y arriba una pegatina con la leyenda “Cartel del Golfo en apoyo a Cd. Victoria. Señor 46 Vaquero” y una guaripa pintada, a manera de logotipo.
Con esto, el autor o autores de la publicación pretendieron dar el siguiente mensaje: “Mientras que un diputado se aprovecha de la situación regalando algo que no le costó y engañando al pueblo para que voten por él, el Cártel del Golfo anda repartiendo despensas completas sin condición alguna”.
Ese es el mensaje que circula en redes sociales. Un diputado aprovechado contra un grupo de delincuentes de buen corazón.
Hubo quienes, inconformes con eso, preguntaron: “Y qué prefieres, ¿unos tomates donados por un empresario que se dedica a exportar honradamente y que prefirió regalarla a través de amigos y asociaciones civiles o una despensa donada por un cártel con dinero ilegal procedente de secuestros, extorsiones y asesinatos?”
El episodio de los tomates demuestra cuán incrustado está en el inconsciente colectivo aquel término utilizado muchas veces por los especialistas del comportamiento humano: La banalidad del mal.
“No me importa que la despensa venga ensangrentada, mientras me sirva para mitigar el hambre”.
Hubo una frase que me gustó, en ese intercambio de opiniones con respecto al tema de los tomates: “Agarra lo que te den y Dios que te perdone”.
Yo le diría al diputado “Lord Tomates” que si quiere apoyar a la gente con una bolsa de esa suculenta hortaliza, no le ponga su nombre, sino que la ayuda sea desinteresada.
Ya sabrá la gente si vota por Usted en las siguientes elecciones. Eso dependerá del buen o mal papel que realice en el Congreso, no por andar saludando con sombrero ajeno.
Y a los señores del Cártel, mejor pórtense bien. La gente va a agradecerles más si dejan de andarse balaceando en las calles, secuestrando, matando y mutilando, que recibir una despensa que les llenará la barriga durante unos cuantos días.
Termino mi colaboración de hoy con la frase estilo Pegaso: “Es inexistente el obsequio gratuito”. (No hay regalo gratis).