Por Pegaso
No. No voy a hablar de la Cuarta Transtornación.
Hace unas dos semanas vi una noticia fechada en Ciudad Victoria, donde la alcaldesa de esa ciudad, de la que no me acuerdo el nombre, mandó pintar de rosita la fachada del mercado popular que se ubica en la parte centro, porque dijo que quería que ese sector se pareciera al barrio de Coyoacán, en la Ciudad de Mëxico, y el mercado a la Casa de Frida Kalho.
Hace poco también escuché aquí, en Reynosa, que otro candidato quiere transformar el centro histórico de Reynosa para hacerlo parecido al Barrio Antiguo de Monterrey o a Zapopan, Jalisco.
Fuera de si son o no sueños guajiros, resulta interesante ver el potencial que tienen algunos sitios de nuestra ciudad para competir no solo con los mejores lugares de interés turístico del país, sino de todo el mundo.
O qué, ¿no podría ocurrir que, una vez que estén los arcos sobre los puentes del canal Anzaldúas, algún empresario pudiera traer trajineras como las de Xochimilco o góndolas como las de Venecia?
Ya veo a mi amigo Renato dejando el taxi por una góndola y cantando melancólicamente: “La dona e mobileeeee, cual piuma al ventooooo”, mientras con un remo hace avanzar la pequeña barca con dos románticos turistas a bordo.
El parque cultural y La Laguna podríamos convertirlos en un verdadero enclave turístico, parecido a la Isla Harris de Manhattan si el Gobernador accede a que se coloque en una de las isletas una réplica de la Estatua de la Libertad.
Podría ser un proyecto autosustentable si se renta para producir alguna secuela de Godzilla o King Kong.
Estos cambios que yo sugiero para Reynosa no son imposibles, siempre y cuando haya voluntad para hacerlos.
Incluso, -¿por qué no?-se podría utilizar el Polideportivo como sede de los Juegos Olímpicos.
Pondríamos a algunos mojados a competir en natación o salto de valla, deporte en el cual son especialistas. También sobresaldríamos en tiro al blanco, con nuestros enjundiosos sicarios que se la pasan practicando los 365 días del año.
Y con un poquitín de más animales y alguna inversión adicional, el zoológico de Reynosa se puede convertir en un bosque como el de Chapultepec.
Podríamos aprovechar que aquí tenemos varias pirámides para hacerle la competencia a Tehotihuacán o Egipto. Sí, aquí cerquita, casi llegando al aeropuerto, y más allá, frente al puente Reynosa-Pharr, donde antes era el lago Orizatlán.
Yo sueño con que Reynosa tenga esos atractivos turísticos y muchos más.
Ya que no contamos con playa, se podría habilitar La Playita, trayendo mucha arena de Cancún, con todo y sargazos, para que la raza mahuacatera tenga por lo menos la ilusión de estar acostados con la barriga para arriba en una paradisíaca playa de la Riviera Maya.
Entrados en gastos, y tomando en cuenta que nuestro buen amigo Poncho De León ha pasado a ser parte de las luminarias del celuloide, sería bueno convertir al barrio del Centralito en un gigantesco set cinematográfico al estilo de los de Durango.
Aprovecharíamos la fama y las magníficas relaciones del bueno de Ponchiux para promover el séptimo arte y convertir a Reynosa en un nuevo Hoolywood.
Transformar a Reynosa requiere solo de buenas ideas, como las anteriormente expuestas.
Espero que no me las lleguen a piratear, porque ya están registradas ante la Oficina de Derechos de Autor.
Por eso aquí termino con el refrán estilo Pegaso: “Entrar en estado de somnolencia carece de valor monetario”. (Soñar no cuesta nada).