Por Pegaso
¿Han visto mis dos o tres lectores la película gore “Holocausto Caníbal”? (“Cannibal Holocaust”, por su título en inglés. Producción italiana-colombiana estrenada en 1980, con la Dirección de Ruggero Deodato. Protagonistas: Robert Kerman, Francesca Ciardi, Perry Pirkanen y Luca Barbareschi).
Trata de un grupo de fotógrafos de la vida salvaje que viajan al Amazonas a documentar la vida de una tribu de caníbales.
Lo que pasa es que empiezan a armar un desmadre y los nativos acaban devorándolos. Posteriormente, un grupo de rescate llega buscándolos, pero solo encuentran una grabación que da cuenta de las barbaridades que cometieron en contra de los indígenas y cómo estos toman venganza.
Viene a cuento el tema porque anda nuevamente por ahí la leyenda urbana de que los miembros de la delincuencia organizada, para no batallar con los cuerpos de sus víctimas, hombres, mujeres y niños, mejor se los comen.
Yo anticipé hace algún tiempo que llegaría el momento en que, por un motivo ritual, algún jefe de una célula se atrevería a engullirse partes de un enemigo caído en batalla. No sé. Tal vez buscando que el valor que éste tenía pase hacia su persona, como le hacían los antropófagos hasta bien entrado el siglo pasado.
Yo no creo que esté ocurriendo ahora. No hay estómago, por muy maldito que sea el sujeto, que aguante una dieta de esa naturaleza.
Perdonen que temprano retome el tema, pero es algo que me hacía demasiado ruido y tenía que ventilarlo públicamente.
Quienes me conocen saben que soy un humanista de corazón y pacifista de convicción. Es más, yo con una cachetada tengo, así que nunca me verán en broncas con alguno de esos caballeros.
Pero por sí o por no, quisiera darles unos consejos si es que deciden que puedo ser un estofado delicioso o un rico puchero: En primer lugar, yo soy muy delicado y estornudo mucho con la pimienta.
Si me piensan colocar en un boul o en un wok profundo, como cuando se prepara una sopa minestrone o una boullabaisse, prefiero que me condimenten con algo de pimienta de cayena, sal gruesa y ajo molido.
Me encanta la cebolla, así que sabré mejor y quedaré más sazonado si colocan algunas rodajas en pluma, con zanahorias en brunoisse, col cortadito en julianas, acelgas en chiffonade y papas en paisanne o mirepoix.
El tomate debe ir en concasé. No se olviden de sofreír todo antes de agregarle un buen caldo de pollo o pescado, a fin de disimular un poco el olor de los pies, porque lo tengo algo penetrante.
Para maridar el plato, nada mejor que un Cabernet Souvignon blanc de Burdeos, o un buen tinto de La Rioja.
La película Holocausto Caníbal tenía una moraleja: Los fotógrafos de la vida salvaje que se internan en territorio inexplorado muchas veces no retratan la realidad, sino que la componen para tener mayor impacto en los medios internacionales y hacerse acreedores a jugosas compensaciones e inmerecidos premios.
A cuarenta años de distancia, aún es recordada por los horrores que retrata, y es considerada un clásico del cine mundial que anticipó por mucho otros largometrajes del tipo “falso documental” como “El Proyecto de la Bruja de Blair” (“The Blair Witch Project”, por su título en inglés. Estrenada en 1999. Dirección de Daniel Meryck. Protagonistas: Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael C. Williams) y “Rec” (Estrenada en 2007. Dirección: Jaume Balagueró. Protagonistas: Manuela Velasco, Ferrán Terraza, Jorge Serrano y Pablo Rosso), entre otras.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “¿Te consideras demasiado delicioso?”(¿Te crees muy sabroso?)