Por José Ángel Solorio Martínez
Es indescriptible e incomprensible, la actitud de la bancada del PAN en el Congreso tamaulipeco. Si bien es cierto que existe un ambiente de polarización y encrespado debate en las plenarias y en los medios, nada justifica la violencia con que actuaron sus legisladores para vejar y golpear a trabajadores de esa Soberanía.
El material video grabado que se ha hecho viral, en redes sociales, exhibe a unos parlamentarios panistas, iracundos, frustrados y rijosos.
La agresión al periodista José Inés Figueroa Vitela, es repugnante.
Leticia Sánchez, abusando de su condición de mujer, de su atavío de diputada y con la protección de un grupo porril, abofeteó al comunicador. Luego de la agresión, fue echado del Congreso por los auxiliares de la legisladora, a pesar de que es Director de Comunicación Social del Poder legislativo.
Los azules, degradaron el trabajo legislativo.
El Moyo García, titular de la Junta de Coordinación Política, actuó como reyezuelo. Echó de su trabajo a Figueroa Vitela y ordenó desalojarlo del inmueble, como si el PAN fuera propietario de ese edificio público.
La Fiscalía tamaulipeca debe intervenir.
Existe suficiente material y testimonios, que muestran la presunta configuración de un delito. Con todo y los golpes recibidos por el periodista, lo reprobable es la flagrante vulneración de los informadores para desempeñar su trabajo.
De igual forma la Fiscalía Especial contra agresiones a periodistas, de la Fiscalía General de la República, debe colaborar para sancionar a quienes resulten responsables.
Lo más censurable, es que el PAN y su Grupo Parlamentario, no haya fijado su postura ante esos lamentables hechos.
Los periodistas, organizados o no, debemos rechazar toda expresión de violencia que trate de limitar los derechos de los informadores.
¿Puede esperar la ciudadanía, luego de ver esos hechos, una conducta ética y responsable del panismo en el Congreso local?
Ese es el asunto: ningún ciudadano sensato, puede aprobar esas conductas tan estridentes como escandalosas.
La conducta de los azules, presagia tiempos aún más convulsos para el Poder legislativo; asegura, la visceralidad como moneda de uso corriente en lo que resta de la Legislatura y garantiza el colapso del diálogo entre los actores parlamentarios de la región.
La agresora Sánchez, ha hecho de su vida pública un escándalo; primero llegó a ser diputada por MORENA, para luego saltar a la fracción del PAN -a decir de su colega Casandra de los Santos, le pagaron 5 millones de pesos por traicionar a los guindos- para operar como esquirol para reventar sesiones y beneficiar al proyecto de los azules.
¿Es prudente, denunciar ante las autoridades a la diputada abusiva?
No sólo es prudente; es necesario.
¿La llevarían a juicio?
Todavía no.
El fuero que posee, imposibilita ser juzgada en este momento.
La queja, sería puesta en refrigeración hasta que el 2024, deje su curul.
Es decir: la Justicia, podrá tardar, pero finalmente alcanzará a esa parlamentaria que pervierte la política congresal y pudre el debate político.
Inés, es un comprobado trabajador de la información.
Inés, fue lastimado en el desempeño de su profesión.
Inés, no puede enfrentar solo -y no debería- la demanda de justicia para su persona y para su oficio
Inés, ha hecho una tarea formidable: desnudó a los panistas, mostrándolos como entes sin moral y sin empatía.