Por José Ángel Solorio Martínez
Intentaron socavar la autoridad del Secretario General de Gobierno, Héctor el Calabazo Villegas. Dos, realmente novatos –Tania Contreras y Romulito Pérez– y uno de colmillo retorcido y bastante calcificado: Antonio Martínez Torres.
Los inexpertos –por lo mismo–, no han entendido cómo se insertan los factores políticos en la red de autoridad. Tanto la Tacha como el cándido Romulito, apenas gatean en el sistema político de la entidad, y ya quieren manejar el tren de las instituciones.
Justo por eso, tronaron como cacahuates.
Ni a uno ni a otra, les alcalzó para reemplazar a un Calabazo que discretamente ha ido tomando su lugar como el número dos de la IV T tamaulipeca.
Toño Martínez, es otro caso; es otro tema.
A este catán de recodo, le sobró experiencia.
Cuando –a decir de sus promotores– se aprestaba a tomar protesta como titular del área política de la administración de Américo Villarreal Anaya, se aparecieron los viejos fantasmas del pasado. Para explicar, esa intromisión, basta decir que los metapoderes de la entidad, lo vetaron.
(Hasta hoy. Ya se sabe: siempre hay espacio para la negociación).
¿Qué generó el rechazo a Martínez Torres?
A ciencia cierta se desconoce.
Se supone que él lo tiene claro; la mayoría, no lo sabemos.
Tacha y Romulito, cuchileados por Jorge Luis Beas –sub Secretario Jurídico de la dependencia que jefatura el Calabazo–, se aprestaron para cuestionar la permanencia del riobravense Villegas en la General de Gobierno.
La imposiblidad de la llegada al cargo número dos de la IV T en la región, de Tacha y Romulito, se explica por sus pobrezas profesional y política. La dama, apenas balbucea algunos preceptos jurídicos; el jovenazo, no ha salido del cascarón y sigue bajo el tutelaje político de su padre, un militante del viejo PRI cuyas luces han sido intrascendentes.
El parecito de ambiciosos, siguen generando fisuras a la adinistración estatal. La coordinación entre la Dirección Jurídica del GobTam y la General de Gobierno, está siendo obstruida por ese tipo de actitudes, tanto de Atanasia como la de Romulito.
El junior Pérez, incorpora tensión a la General de Gobierno: ocupa una dirección en esa dependencia, que ni atiende ni resuelve porque anda pegado a las faldas de su jefe; es el enlace con el Poder legislativo y no se han visto mas que puras ineficiencias.
Otro desequilibrio que se genera con esos dimes y diretes promovidos por Tacha y el pequeño Rómulo, es la ruptura de la confianza entre la General de Gobierno y la Dirección de Comunicación Social de la IV T, toda vez que el dueto de acelerados, ha tomado la prensa, como espacio para dirimir sus diferencias con el Calabazo.
El entorno, hace pensar que Tacha y Romulito, pretenden presionar al Ejecutivo estatal, en un intento para generar condiciones para la remoción del riobravense.
Toño, resultó más inteligente: se exilió en Monterrey y desde allá continua monitoreando los escenarios tamaulipecos.
Los Tachos y su nueva adquisición –Romulito– seguramente, continuarán con sus intentos de ascender en la pirámide de la autoridad
Total: ya se acostumbaron, a tener cargos que les quedan grandes.