Por José Ángel Solorio Martínez
El PRI, vive en situación terminal. El 2024, en Tamaulipas, será un ente recordado por todo lo malo que hizo en su época neoliberal: privatización de la industria petrolera, desmantelamiento de los bienes públicos -playas, infraestructura cultural, aguas, etc.- que llevaron a la ciudadanía vivir en un entorno hostil.
En nuestro estado, no fue el PAN quien generó la inseguridad trepidante en la región; no. Aquí el tricolor, se convirtió en socio y beneficiario de los poderes fácticos. De hecho, la muerte del candidato Rodolfo Torre Cantú, fue -se infiere por las informaciones que se mueven en la penumbra- responsable toda una red de complicidades de un priismo que prefirió callar para seguir sobreviviendo.
El encarcelamiento de los ex gobernadores, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores, y sus problemas con la justicia norteamericana, son evidencias irrefutables de la vinculación de gobernadores con todo tipo de delincuencia.
¿Quién inició la pudrición de la administración pública en Tamaulipas?
Evidentemente: el PRI.
¿Qué expectativas tiene el tricolor el 2024?
Muy pocas.
Tan pocas, que se puede afirmar: seguirá en su proceso de autodestrucción.
Los cuadros tricolores, son de tan escasa potencia, que necesariamente, los aspirantes que encabezarán las fórmulas para alcaldes, diputados y senadores, serán encabezadas por el líder de la coalición: el PAN.
Es decir: para el institucional, solo migajas; más bien: promesas de migajas.
En la geografía política del estado, sólo en cuatro municipios de relevancia -Tampico, San Fernando, Valle Hermoso y Mante- el PRIAN tiene posibilidades de seguir siendo gobierno. El resto, son de interés menor para todo el sistema de partidos. (Con todo y que poseen importancia, por su participación en las mecánicas legislativas).
¿En cuál de eso Ayuntamientos, el PRI puede proponer candidatos competitivos?
Lamentable para el ex invencible: en ninguno.
En Tampico, San Fernando, Valle Hermoso y Mante, el PAN, obligadamente será el ganador, en la rebatinga interna del PRIAN. El tricolor, será únicamente un compañero discreto en el viaje del poder por esas ciudades; a lo sumo, podrá presumir algunas regidurías y si excelentemente le va, alguna candidatura a diputado local -las cuales, muy probablemente pierda- o alguna suplencia de la jefatura edilicia.
El PRI, está llegando a niveles de partidos chatarra en la entidad, como el PT, PV, que no pintan, pero sobreviven con las técnicas de la rémora.
Los dos diputados locales que hoy presume el institucional, son producto de una votación precaria y su alianza con los azules. En el paisaje sociopolítico vigente, esa cuota es excesiva para un partido que aporta menos de lo que oferta.
Los tricolores, muy probablemente, serán los reyes de las suplencias. Su poderío, diezmado por décadas de pifias, no les alcanza para más.
Obtendrán suplencias, en las senadurías, en las diputaciones, y en las alcaldías. También los cabildos, estarán tapizados de suplentes tricolores.
Un de sus liderazgos más significativos, Ramiro Ramos, apenas podrá ir -sin posibilidades- a la disputa de la diputación federal por Nuevo Laredo, o la suplencia de alguna senaduría, como verdadero relleno.
En ciudad Victoria, Enrique Cárdenas del Avellano, con todo el fuelle que dice tener, no se ve con estándares competitivos contra un MORENA, que trae todo el impulso del presidente AMLO.
Amargo final del PRI: en menos de 15 años pasó de partido hegemónico, a ser partido borona.