Por Pegaso
Los que sí pasamos por las aulas y le pusimos atención a las clases de Ciencias Naturales recordamos que cada cosa tiene su ciclo.
Por ejemplo, el Ciclo Hidrológico (del agua), que empieza con la evaporación en los mares, lagunas y ríos a causa del calor, la formación de las nubes, la lluvia que cae y nuevamente la evaporación.
El ciclo de la vida humana: Fertilización del óvulo en el útero, nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte, para volver a empezar con la siguiente generación.
El ciclo de las mariposas: Los huevos fertilizados se convierten en ninfas, luego en crisálidas, más tarde en mariposas que después se aparean y producen huevecillos.
Los ejemplos están en todas partes.
Las bacterias también tienen un ciclo. Generalmente comienza con una sola, y si las condiciones son propicias, ésta se duplica por mitosis o bipartición. De esas dos salen cuatro, de las cuatro salen ocho, hasta tener una buena cantidad de ellas que producen enfermedades en el organismo.
Igual los virus. Formados por una capa externa de proteína y un núcleo de Ácido Ribonucleico (ARN), son capaces de parasitar las células humanas, animales o vegetales, inyectar su carga genética y producir cientos o miles de copias que luego parasitan más células…
Buena parte de virus y bacterias son autolimitados. Es decir, que cada cepa o colonia tiene un tiempo de vida, tras lo cual, decae y desaparece. Cuán largo es el ciclo bacteriano o viral, dependerá de las condiciones en que se encuentre el sistema inmune del paciente, pero generalmente son entre cinco y seis días, desde el momento del contagio.
El COVID-19 no es la excepción. Tiene un ciclo de vida en el cuerpo de la persona y después es eliminado por las defensas. Por eso las personas que tienen el sistema inmune deprimido-ancianos, diabéticos, asmáticos, con VIH o tuberculosis-, padecen formas más agudas de la enfermedad y en un 5% se produce la muerte.
Eso es a nivel individual.
A nivel masivo, la pandemia inició como una onda expansiva-como cuando tiramos una piedra en el agua-, desde el epicentro en Wuhan, China.
El “pico” de esa onda expansiva ya pasó por los países europeos, donde la curva va para abajo; en Estados Unidos están a punto de alcanzarlo y en países como México, Brasil y Argentina, faltan aún varias semanas para ver la parte más alta.
De ahí la necesidad de “aplanar” la curva, de quedarse en casa y de tomar las medidas preventivas necesarias, como el uso de cubrebocas, geles bactericidas, lavado de manos frecuente y la sana distancia con otras personas.
He hecho notar en varias ocasiones que el comportamiento del coronavirus obedece a una función matemática conocida como función gaussiana, distribución normal o Campana de Gauss.
Lo podemos ver en los gráficos que todos los días nos muestran los especialistas y funcionarios de salud del Gobierno Federal.
Mientras que la tendencia en Italia y España es a la baja, luego de pasar el “pico”, en Estados Unidos seguirán todavía los contagios por la enorme movilidad que existe en ese país, tanto por vía aérea, como terrestre y marítima (acabo de ver la gran cantidad de vuelos en tiempo real que hay en EEUU, contabilizados en miles, contra los que hay en Europa de apenas una o dos decenas).
No es extraño que gringolandia esté padeciendo lo más duro de la pandemia. Hay que recordar que ahí es donde siempre suceden las cosas más catastróficas. Lo vimos en la película “Impacto Profundo”-Dirección de Mimi Leder, con Robert Duvall, Téa Leoni, Elijah Wood y Morgan Freeman, exhibida por primera vez en 1998-; o El Día Después de Mañana-Dirección de Roland Emerich, con Dennis Quaid, Jake Gyllendhaal, Emmy Rossum e Ian Holm, estreno en 2004-; Armaggedon-Dirección de Michael Bay, con Bruce Willis, Ben Affleck y Liv Tyler, o 2012-Dirección de Roland Emmerich, con John Cusack, Chiwetel Ejiofor y Amanda Peet, estrenada en 2009.
En la película El Día Después de Mañana, luego que la mitad norte del territorio norteamericano se congeló, los gringos se pasaron el río de mojados y nuestro amable Presidente les dio asilo en México.
Sólo falta que por el COVID-19 ocurra algo parecido.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso, cortesía de El Manco de Lepanto, Miguel de Cervantes: “Acontecimientos testificarás, Amante de fémina desposada”. (Cosas veredes, Sancho).