Por Pegaso
¡Olvídese del PAN!
Ese partido ya es historia.
Así como pasó con el PRI, que se convirtió en MORENA, deslizándose a la izquierda, el PAN espera tener su propia metamorfosis y cambiar de piel para convertirse en un partido político diferente, deslizarse más hacia la derecha, la ultraderecha.
En días pasados anduvieron por estos rumbos los dirigentes de un partido político ultraderechista español conocido como Vox.
Vino a rescatar al PAN de las acechanzas y peligros de la Cuarta Transtornación. Vino a decirles a los panistas: “¡Jolines! Dejad vuestro viejo cascarón y uníos a nuestra noble causa!”
Tras registrar su marca y logo ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), pronto podrán hacer negocios, publicitarse, realizar operaciones comerciales, difusión de folletos, alquiler de tiempo publicitario y todo lo que quieran, incluso… ¡convertirse en un partido político formal!
Como ocurrió con los conquistadores españoles que vinieron a darnos espejitos a cambio de oro y piedras preciosas, los de Vox vienen con toda la intención de filtrarse en la política nacional, camuflageándose, o más bien, haciendo simbiosis con el ala de ultraderecha del PAN, conocida como “El Yunque”.
El Yunque y Vox son como dos gotas de agua, como dos almas gemelas. A alguien, allá en España se le ha de haber ocurrido la feliz idea de venir a hacer una segunda conquista de México, como lo han intentado en Italia y en Francia, aunque allá no son tan pendejos.
“La Iberesfera”, dicen que se llama a lo que aspiran representar.
Un güey llamado Carlos Abascal (no confundir con el político y empresario mexicano del mismo nombre, que falleció en 2008) se reunió con lo más rancio del panismo para hacer una cruzada anticomunista.
Y como aquí, en México, el PAN está luchando a morir con el proyecto de nación que trae el Pejidente ALMO, pues le cae como anillo al dedo.
Con esto, quedó estampada la firma de los prohombres del empresariado mexicano, los miembros prominentes de “El Yunque”, en un bodrio que se llama “La Carta de Madrid”, donde se acusa a los gobiernos latinoamericanos de izquierda de imponer regímenes totalitarios o dictaduras.
Para que vean cómo piensan estos nazis españoles, en la cuenta de Twitter de Carlos Abascal se lee: “España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas. Orgullosos de nuestra Historia”.
Número uno: ¿Quién chingaos les pidió que vinieran a “rescatarlos”?
Número dos: En aquella época, el Imperio Azteca era una de las culturas más majestuosas del mundo, y su capital, Tenochtitlan, estaba mucho más limpia y ordenada que cualquiera de las capitales europeas.
Número tres: La conquista de México no fue un acto piadoso, fue una burda rapiña, donde la ambición provocó la casi erradicación de una raza orgullosa, y los que quedaron, los obligaron a ser sirvientes o a realizar trabajo esclavo.
Número cuatro: Todo el oro y joyas que se llevaron para el rey sirvieron para que el monarca español pagara sus deudas de juego con otros nobles europeos. Como le llegaba, se lo gastaba.
Número cinco: ¿Qué le hubiera parecido a Abascal si en lugar de venir ellos a conquistar a los mexicanos hubieran llegado los aztecas hasta España, con un chingo de guerreros tigre y guerreros águila, echar al pinche rey de su trono y ponerlo a limpiar las cacas de los xoloiscuintles?
Si alguno de mis tres lectores conoce a Abascal o al ojete rey de España, díganles que agarren la “Carta de Madrid”, la hagan rollo y se la introduzcan por donde mejor les quepa.
Porque solo los mexicanos podemos decidir qué hacer con esta bendición que nos está gobernando, el cabecita de algodón, el Pejidente ALMO.
Y eso dependerá de si la sigue cagando o si en la segunda mitad de su sexenio se corrige y empieza a gobernar para todos.
Viene el refrán estilo Pegaso: “¡Trasládense a dispersar sifonápteros hacia diferente entorno!” (¡Váyanse a echar pulgas a otra parte!)