AL VUELO/ Chairología

Por Pegaso​

Andaba yo volando allá, sobre un conocido hotel de la colonia Del Prado, donde se llevaba a cabo una importante reunión del Pejidente de la República, Andrés Manuel López Obrador con la sociedad civil de Reynosa.​

Ignoro por qué no fui invitado, a pesar de mi trayectoria de 37 años como periodista, sin embargo, desde afuerita tuve la oportunidad de conocer de primera mano el sentir y el hacer de los chairos.​

Tengo la firme intención de enviar una iniciativa a la Real Academia de la Lengua Española para proponer que la palabra «chairo» sea incluida como un neologismo.​

Recordemos que ya hay antecedentes de cómo una palabra del léxico popular, como «cantinflear», fui incluida en tan prestigiada institución y hoy podemos leer su significado en los diccionarios editados por la Academia en todo el mundo.​

De igual manera, pretendo sugerir la creación de una nueva ciencia: La Chairología.​

El término Chairología proviene, de las raíces «chairo», que quiere decir, adoradores de AMLO y «logos», que significa tratado o estudio. Entonces, «chairología» quiere decir «el estudio de los chairos».​

Como ya lo dije ad supra, tuve la oportunidad de mezclarme con los chairos y conocer de primera mano cuál es el mecanismo cerebral que los impulsa a entregarse enteramente a una figura política, en este caso, al Pejidente López Obrador.​

En la pantallota que pusieron en la calle me chuté todo el discurso, que duró 52 minutos.​

Había cerca de mí, a mi izquierda, un individuo moreno, alto, muy obeso, de lentes oscuros, que a cada expresión del Peje afirmaba con alguna ocurrencia, que inmediatamente era festejada por el resto de los chairos con sonoras carcajadas.​

Por ejemplo, si el Pejidente decía que iba a acabar con la corrupción en PEMEX, el aludido gritaba con estentórea voz: «¡Se robaron todoooo!», y venía inmediatamente la respuesta de la gente tras la jocosa expresión.​

Y mientras que un grupo de personas pedían justicia para los desaparecidos, al extender cientos de fotografías en el asfalto de la calle, otros se dedicaban a vender souvenirs con la efigie de AMLO o el logotipo de MORENA. Veíanse gorras, vistosas tazas, camisetas y plumas multicolores.​

Más allá, entusiastas seguidores coreaban cada frase, cada gesto del mandatario, hasta llegar al éxtasis cuando dijo su ya inmortal frase: «¡Me canso, ganso!»​

Pienso que López Obrador tiene por delante una oportunidad histórica de convertirse, o en un magnífico estadista que conduzca al país por la senda del progreso, o en un remedo de César Chávez o Nicolás Maduro que nos acabe de empinar.​

No comulgo con aquellos que buscan convertirlo en una figura casi mística.​

De hecho, abundan en Internet los sitios que reproducen una supuesta profecía de los aztecas donde anticipan la llegada de un gran libertador que impulsará un nuevo orden en estas tierras.​

Al referirse a la dominación española, la susodicha profecía dice: «Venus anunciará tu final y todos los indígenas que masacra se nos venga, nunca disfrutarás de tus conquistas o de lo que nos robaste, nunca encontrará el reposo en las tierras y el gobernante que te expulse de su reino llegará a ser el monarca más amado de esta nueva era de esplendor; tus restos desaparecerán en llamas como las que atormenta hasta nuestro gran tlatoani».​

Esa es, precisamente, otra de las características de los chairos: La creación de mitos.​

Yo espero por el bien de México que nos vaya bien como país.​

Por cierto, ahí va una pedorreta para los que organizaron el evento del pasado viernes. Estuvo lo que sigue de pésimo. ¡Ptrrrrrrrrrrr!​

Venga el refrán estilo Pegaso: «En la extensión territorial política perteneciente a individuos que carecen del sentido de la vista, quien cuenta con uno de los globos oculares  se constituye como monarca». (En el país de los ciegos, el tuerto es el rey).

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