Por Pegaso
¡Y el Pegaso de Oro es para…..!(se escuchan las fanfarrias anticipando el sorpresivo anuncio) ¡¡Javier Garza Faz!!
Sí, efectivamente. Luego de mi vuelo nocturno vi los resultados del sesudo análisis que hicieron los especialistas de Pegaso para decidir quién de los candidatos a diputados locales que participaron en la contienda electoral se llevaba el preciado lauro.
Garza Faz, la revelación de esta elección, como le llamaron anoche durante el festejo que hicieron los panistas por el triunfo, sorprendió a propios y extraños cuando en su evento de cierre de campaña se aventó todo un florido repertorio de frases o expresiones sicalípticas.
Abundaron locuciones como «cabrón», «güey», «vamos a reventar madres», «chingao» y otras lindezas lingüísticas que, seguro estoy, harán las delicias de los flemáticos y pomadosos diputados de la próxima legislatura.
Vaya pues, de manera virtual, la codiciada estatuilla que también es virtual, y muchas felicidades al ganador.
Pero pasemos a otro tema.
Yo no sé qué tiene en la cabeza el magnate loco, zafio, bizarro y testarudo de El Trompas, quien para desgracia del Mundo, es el mandatario del aún más poderoso país del planeta y además, ¡intenta reelegirse!
Si no están tan locos como él, ya para estas alturas la gran mayoría de los gringos se han dado cuenta del peligro que representa para ellos mismos y para el mundo entero.
La última pendejada que salió de su ronco pecho fue que México ha abusado de su país durante mucho tiempo.
Pero habría que ver aquí quién es el abusador y quién el abusado porque hasta donde yo sé, siempre los Estados Unidos nos han tenido con el pie en el pescuezo, desde aquel infame tratado Guadalupe-Hidalgo, cuando nuestro país perdió más de la mitad de su territorio.
Pero ahora, sin ir más lejos, todos los autos chatarra gringos los avientan a México, todas las armas defectuosas, todos los productos chatarra y todo lo que ya no les sirve. Así, México se ha convertido en el basurero del abusivo y explotador mercado gringo, ampliamente apapachado por su gobierno.
¿Y dice El Trompas que nosotros somos los que abusamos de ellos?
Me recordó aquella cadenciosa canción de «La Tesorito» Laura León que dice: «Yo no soy, abusadora, yo no soy abusadora», o la cumbia que canta el grupo Exterminador: «¿Qué hiciste, chupacabras, qué hiciste chupacabras! ¡Abusador, abusador!»
Y hasta ahora, el Pejidente mexicano sólo ha balbuceado que nuestro país quiere seguir siendo amigo de gringolandia, que todos nos llevamos bien, que no es un timorato pero que hay que seguir de manita sudada y llevarnos bien como países.
Yo le diría al Peje que siga el ejemplo de su paisana La Tesorito y le envíe una nueva carta a El Trompas donde le diga: «Jeñor Prejidente, ¡yo no joy abujador, yo no joy, abujador!»
Porque, hablando claro. En materia de migrantes, Estados Unidos siempre ha requerido de la mano de obra casi esclava de millones de personas que trabajan de sol a sol a cambio de unos cuantos dólares al día, ya que la inmensa mayoría de sus ciudadanos se pasan el día consumiendo drogas, rascándose los güevos, tomando cerveza, viendo los juegos de futbol y basquetbol por la televisión o comiendo comida chatarra.
Otra cosa. Estados Unidos es el principal exportador de armas chafas, las cuales llegan a México y matan a muchos inocentes. Porque está bien comprobado que los mañosos que las usan, cuando apuntan a un policía o soldado, la bala sale chueca y le va a pegar a una anciana, a un niño o a un joven.
Entonces, ¿quién abusa de quién?
Estados Unidos es un imperio en decadencia.
Allá, al otro lado del Océano Pacífico están emergiendo nuevas potencias mundiales, como China, Corea y La India.
Sé, porque ya consulté con Nostradamus, con Jaime Maussán, con el Brujo Mayor y con Walter Mercado, que El Trompas es el hombre que va a apretar el botón de la tercera y última guerra mundial.
Y aquí nos quedamos, porque ya me dio mello. Quédense con el refrán estilo Pegaso que dice: «Al individuo cuya actuación es funesta, su alimento típico consistente en masa de maíz con un guiso en su interior, envuelto en hoja de plátano o maíz, entra en proceso de putrefacción». (Al que actúa mal, se le pudre el tamal).