Por Pegaso
Luego de mi vuelo matutino, me senté en mi cumulonimbus favorito para leer un capítulo de Las 48 Leyes del Poder, de Robert Greene, uno de mis libros favoritos, para tratar de comprender los entresijos, tejemanejes y vericuetos de la surrealista política mexicana.
Me di cuenta que el objetivo de la praxis política no es la de brindar beneficios a la sociedad, sino más bien la de buscar, alcanzar y conservar el poder.
Por poder entendemos la capacidad de producir cambios significativos sobre las vidas de otras personas a través de acciones que son aceptadas tanto por el dominante como por el dominado.
A través de la lectura de este libro, que es leído no sólo por políticos, sino por artistas, estrategas de marketing, atletas y en general, por todo aquel que pretenda conocer y aprovechar los vastos conocimientos ahí expuestos, se puede llegar a alcanzar el poder.
El libro retoma enseñanzas de El Arte de la Guerra y de El Príncipe, dos de las obras más crudas que se han escrito acerca del poder, además de una serie de hechos históricos que son tomados como ejemplo de qué es lo que se debe hacer y qué no se debe hacer.
Y si alguien me pregunta cómo es que un individuo que toda su vida buscó el poder, pero no lo alcanzó hasta muy avanzada edad y después de dos intentos fallidos, ahí encontraremos la respuesta.
Por un lado, se rodeó de un halo de noestidad (Ley No. 5: Casi todo depende de su prestigio; defiéndalo a muerte); por otro lado, siempre estuvo en el ojo de la opinión pública (Ley No. 6: Busque llamar la atención a cualquier precio).
Mientras tanto, el viejo régimen caía en demasías, pero lo que realmente acabó con él fue la confianza, al no acabar de raíz con la competencia: (Ley No. 15: Aplaste por completo a su enemigo).
Las técnicas utilizadas por quienes hoy están en el poder, pueden rastrearse en este libro sin ninguna dificultad, leyendo y comprendiendo las siguientes leyes:
-Ley No. 3: Disimule sus intenciones.
-Ley No. 7: Logre que otros trabajen por usted, pero no deje nunca de llevarse los laureles.
-Ley No. 8: Haga que la gente vaya hacia usted y, de ser necesario, utilice la carnada más adecuada para lograrlo.
-Ley No. 12: Para desarmar a su víctima, utilice la franqueza y la generosidad en forma selectiva.
-Ley No. 14: Muéstrese como un amigo pero actúe como un espía.
-Ley No. 17: Mantenga el suspense. Maneje el arte de lo impredecible.
-Ley No. 20: No se comprometa con nadie.
-Ley No. 21: Finja candidez para atrapar a los cándidos; muéstrese más tonto que su víctima.
-Ley No. 22: Utilice la táctica de la capitulación. Transforme la debilidad en poder.
-Ley No. 27: Juegue con la necesidad de la gente de tener fe en algo, para conseguir seguidores incondicionales.
-Ley No. 28: Sea audaz al entrar en acción.
-Ley No. 32: Juegue con las fantasías de la gente.
-Ley No. 34: Actúe como un rey para ser tratado como tal.
-Ley No. 35: Domine el arte de la oportunidad.
-Ley No. 37: Arme espectáculos imponentes.
-Ley 43: Trabaje sobre el corazón y la mente de los demás.
Ahora bien, observando el comportamiento de quien ya alcanzó en el poder y que aún no le cae el veinte que su comportamiento debe ser diferente a cuando lo buscaba, le sugiero que lea y comprenda estas otras leyes, para que corrija el rumbo y evite una rápida caída:
-Ley No. 4: Diga siempre menos de lo necesario.
-Ley No. 9: Gane a través de sus acciones, nunca por medio de argumentos.
-Ley No. 18: No construya fortalezas para protegerse; el aislamiento es peligroso.
-Ley No. 19: Sepa con quién está tratando; no ofenda a la persona equivocada.
-Ley No. 20: No se comprometa con nadie.
-Ley No. 23: Concentre sus fuerzas.
-Ley No. 26: Mantenga sus manos limpias.
-Ley No. 29: Planifique sus acciones de principio a fin.
-Ley No. 40: Menosprecie lo que es gratuito.
-Ley No. 41: Evite imitar a los grandes hombres.
-Ley No. 45: Predique la necesidad de introducir cambios, pero nunca modifique demasiado a la vez.
-Ley No. 46: Nunca se muestre demasiado perfecto.
-Ley No. 47: No vaya más allá de su objetivo original; al triunfar, aprenda cuándo detenerse.
El poder es el poder, y uno de sus efectos es que tarde o temprano, tiende a corromper. Por eso vemos cómo el partido político que sirvió de plataforma a quien está en la cúspide del Gobierno ha entrado en una guerra intestina que tendrá fatales consecuencias.
Concluyo la presente colaboración con el refrán estilo Pegaso: «No en demasía que provoque ignición en el inmaculado patrono, más tampoco en cantidad tan mínima que deje de iluminarlo». (Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre).