Por Pegaso
Ahora que escuchaba yo al precandidato del PRI, Benito Sáenz Barella hablar de lucha contra la corrupción y de transparencia, me quedé de a seis, porque sonó algo extraño oír hablar a un priísta de tales temas.
Y más aún cuando una compañera le mencionó a Eugenio Hernández Flores, uno de los gobernadores que están en prisión bajo acusaciones de peculado y otros delitos, que fue como si mencionara la soga en la casa del ahorcado.
La verdad es que la corrupción no se va a acabar, porque simplemente no queremos que se acabe.
Hay corrupción en todos los niveles: El empresario mega rico es corrupto, el líder obrero es corrupto, el político es corrupto, el maestro es corrupto, el periodista es corrupto; ricos y pobres son corruptos y aquí encaja aquella frase que fue muy famosa en tiempos de JOLOPO: “La corrupción somos todos” o la otra de la época de Echeverría: “Cada mexicano tiene la mano metida en el bolsillo de otro mexicano”.
No vamos a cambiar. Lo traemos en nuestros genes.
Déjenme repetirles, mis dos o tres lectores, un chascarrillo que conté hace unas semanas: Dios estaba asignando la tierra a las diferentes razas, con sus cosas buenas y malas: “Aquí pondré un gran desierto estéril, pero debajo pondré mucho petróleo. Lo llamaré Arabia”,-dijo.
San Pedro, como estaba pendiente de las obras del Señor, decía: “Muy bien, le das algo malo, pero como compensación, le das también algo bueno”.
“Este lugar contará con montañas escarpadas y un clima frío, pero tendrá mucha costa y recursos naturales. Lo llamaré China”,-agregó Chucho.
Y cada que mencionaba un país con sus dones y sus males, San Pedro lo aprobaba con un movimiento de cabeza.
Ya por último, dijo Dios: En este país pondré enormes litorales, tendrá una gran riqueza pesquera, mucho petróleo, bosques, paisajes hermosos y energía eólica. Lo llamaré México.
“Padre mío-se atrevió a replicar San Pedrín-, ¿por qué a los demás países les diste cosas malas y buenas y a este le diste todo lo bueno que hay en el mundo?”
Contestó la deidad: “¡Ahhh! Es que ahí voy a poner a los mexicanos”.
Una amiga me envió ayer tarde un videíto que explica por qué Singapur, que apenas hace unas dos o tres décadas era una isla miserable en Asia meridional, es ahora el cuarto país más rico del mundo.
Este milagro económico se pudo lograr, ¿a que no saben cómo?
¡Pues fusilando a los corruptos!
El Presidente que tuvo esta extraordinaria idea pensó que no valía la pena meterlos a la cárcel porque pronto se llenarían los presidios, pero si se les fusila, podrían utilizarse como abono para producir arroz, o algo por el estilo.
Yo no propongo que a los políticos, empresarios y funcionarios corruptos mexicanos se les fusile o se les envíe a la cárcel de por vida, porque inmediatamente saldrá la Comisión Nacional de Derechos Humanos a acusarme de genocida o por Delitos de Lesa Humanidad.
Con que se les haga devolver todo lo que se robaron basta.
Yo me quedo pensando y no alcanzo a comprender para qué está sirviendo aquel esperpento llamado Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, si hasta el momento no han devuelto ni madres.
Es más, ni cosquillas les han hecho a las ratotas de Romero Despanchs y la maistra Elma Ester Flaquillo; al gnomo maligno de Charly Jalinas, a Enrique Piña Nieto, a Mamuel Bartel, a Nacoleón González Arratia y a tantos más que se han enriquecido a costillas del pueblo. O a Charly Slam y Rucardo Jalinas Pluego, que roban a manos llenas a los desvalidos usuarios de TalMex y Alektra, haciéndose asquerosamente ricos.
Si estuvieran en Singapur, de seguro los fusilarían, como a todo corrupto, pero además les harían cosquillas en los pies, les harían manita de puerco, les aplicarían la hurracarrana y la doble Nelson, luego los quemarían en leña verde y los venderían como carnitas en el Barrio del Central, para escarmiento de todos los demás cacos que abundan en el país.
Pero para terminar con la corrupción, primero es necesario erradicar la simulación.
Ya ven que el Pejidente ALMO dijo que iba a acabar con ella y nos íbamos a ahorrar 500 mil millones de pesos al año, pero hasta ahora nos ha dado puro atole con el dedo.
Y yo termino con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Equivalente mácula posee quien ejecuta al rumiante, como aquel que sostiene su cuarto trasero”. (Tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata).