Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por el rumbo del bulevar Hidalgo, en un hotel donde se realizaba una conferencia de prensa por parte del Senador suplente de MORENA, Alejandro Rojas Díaz-Durán, uno de los personajes más odiados por los columnistas tamaulipecos, pero hasta entonces no sabía la causa de ese encono.
Y la hallé.
Desde el principio de su exposición me di cuenta que se trata de un individuo fanfarrón, bravucón y chapucero que pretende erosionar la credibilidad del Gobierno tamaulipeco, de filiación panista, para llevar agua al molino de su partido político.
Así lo entendí desde el primer momento. Su presencia aquí fue electorera, no porque quiera mucho a este Estado y a sus habitantes, sino porque trae la consigna de golpear mediáticamente, enrareciendo el ambiente político.
Cuando empezó la sesión de preguntas y respuestas, algunos compañeros lo cuestionaron, e inmediatamente se puso a la defensiva, eludiendo dar respuestas concretas a las dudas de los comunicadores con frases como: «Esa información no la tengo yo», «El Presidente no es fiscal» o «Yo no estoy obligado a responder».
Acusó, entre otras cosas, al programa Unidos por Tamaulipas de ser electorero, a funcionarios estatales de estar metiendo las manos en el proceso y a la entrega de despensas.
No obstante, el Gobierno Federal está haciendo prácticamente lo mismo. Que yo sepa, la entrega de dinero en efectivo a los viejitos y ninis sigue adelante, no se ha suspendido, y además, la presencia todos los días del Pejidente en su mañanero es en sí mismo un refuerzo de las campañas políticas de sus candidatos, en Tamaulipas y en el resto del país. Y peor, porque tiene todos los reflectores nacionales.
Hasta donde tengo entendido, ni la entrega de despensas ni de dinero para los viejitos y ninis representan un delito electoral, siempre y cuando no se publiciten en tiempos de veda, como el actual.
Por el contrario, la aparición del Peje todas las mañanas en la televisión es como una gigantesca campaña publicitaria. En términos reales, sigue haciendo campaña desde la Presidencia de la República a favor de los candidatos de su partido o de su proyecto político, como lo nombró Rojas Díaz-Durán.
Debo decir que el Pejidente no me cae mal, ni estoy contra él. Es más, me cae bien. Sus chispeantes frases me hacen el día, y creo que es un sujeto bien intencionado que de verdad intenta acabar con la corrupción en el país, lo que pasa es que se ha rodeado de individuos ineptos y maquiavélicos que no saben interpretar sus más íntimos sentimientos. A veces siento que está más solo que una coca cola en el desierto.
Yo le doy seis meses… es más, un año de gracia para que empecemos a ver algún resultado de su política, porque sé que aún es muy poco tiempo.
Lo malo es que de repente nos llegan a Tamaulipas, en su nombre, individuos fanfarrones y fatuos como el mencionado Rojas Díaz-Durán o el pedorro diputado Norroña, que vienen con la consigna de sacudir el avispero para sacar tajada política.
Por eso, en este modesto espacio, no le di cabida a las denuncias contra funcionarios estatales, porque sé que es un ardid mediático y francamente electorero.
A ver, ¿por qué no lo hizo antes?
Va el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «¿Apeteces una porción extra, o procedo a cocinarte un embrión de gallinácea?» (¿Quieres más, o te guiso un huevo?