Por Jesús Rivera (Pegaso)
Andaba yo volando allá, cerca del Centro Cultural Reynosa, donde se llevó a cabo la apertura del Congreso Nacional de Payasos, ya que mi amigo Campanino me había hecho la invitación para estar presente en esa glamorosa ceremonia.
Por ahí me hice el aparecido. En los camerinos, poco antes de hacerle una entrevista a Alejandro Alonso Rico, el alias de Campanino, llegó el payaso Huevolín. Queriéndome hacer el gracioso, le dije: «¡Hola, Brozo!», pero el personaje, haciendo un gesto entre molesto y fastidiado, siguió adelante hacia su camerino.
«No le quedan esos aires de diva»,-pensé, y seguí entrevistando a mi cuate, el único payasito que hace llorar a los niños.
Pero, ¿qué es un payaso?-pregúntome yo.
Cuando estaba en la gloriosa Escuela Secundaria Número 1, José de Escandón, tenía un maestro que nos daba inglés y que en sus tiempos libres se disfrazaba de payaso.
«La Negra», le decían, porque su disfraz consistía en un vestido hampón, una pañoleta en la cabeza y el rostro pintado de negro con una peluca de pelo rizado. Se dedicaba a divertir a la gente durante las corridas de toros, porque era gran aficionado a la fiesta brava.
José Omar Huitrón Calderón, que era su nombre, nos decía a sus alumnos que había escuelas de payasología.
Ahora sé que en algunos países europeos y en Estados Unidos hay universidades que tienen una licenciatura de esa especialidad.
Me imagino algunas de las materias o asignaturas que imparten:
-Técnicas para hacer reir I.
-Cachetadas y sopes II.
-Principios de maquillaje.
-Pelucas y narices I, etcétera, etcétera.
La palabra payaso viene del italiano pagliaccio, que se traduce como «saco de paja», tal vez por su vestimenta holgada y su aspecto desgarbado.
Se tiene conocimiento que ya había payasos en las cortes faraónicas, en la antigua China, en Gregia y en la roma de los césares.
Incluso en algunos relatos de la conquista de la Nueva España se hace referencia a enanos o bufones que tenían exactamente la misma función que los europeos, de divertir a los señores feudales.
Payasos hay que nos divierten, pero también que nos asustan. A la fecha se ha diversificado tanto el personaje, que prácticamente hay representaciones de todos tipos, colores y sabores.
Los hay de televisión, como Cepillín, los hay que dan noticias picarescas, como Brozo, los hay callejeros, los hay cantantes, como Javier Solís, los hay terroríficos, como It…
Pero además, está la clasificación tradicional, lo cual, imagino, vendrá dentro de alguna asignatura de las universidades de Payasología.
Tenemos, en primer lugar, al payaso «cara blanca», vestido con traje brillante, maquillaje blanco, ceja dibujada en la frente, nariz, labios y orejas rojas. Es digno y autoritario, guapo, elegante, petulante y a veces malicioso.
El «augusto», otro tipo de payaso que utiliza maquillaje negro, blanco y rojo, principalmente. Su ropa es grotesca y desgastada, con enormes zapatos. Es impertinente y promotor de todo tipo de travesuras. Cuando actúa junto al «augusto», es el que desestabiliza, causa destrozos y desbarata todo lo que se encuentra a su alcance.
El «contraaugusto» es el complemento del «augusto», un payaso torpe que no entiende nada y lo olvida todo. Es el típico bobo con mentalidad infantil y pésimos reflejos.
Otros personajes que pueden entrar en la categoría general de payaso son el mimo y el arlequín.
El mimo generalmente se pinta la cara de blanco y enmarca las cejas, ojos y boca para hacer más expresiva su gesticulación. Generalmente viste con un esmoquin negro y camiseta a rayas horizontales con guantes blancos.
Tal vez el mimo más famoso del mundo haya sido el francés Marcel Marceau, aunque hay personas que incluyen también a actores como Charles Chaplin y Cantinflas.
Los arlequines, por otro lado, formaban parte de las cortes europeas y tenían como tarea divertir a los reyes o señores durante las fiestas de gala, ya que no había televisión, Interneto y WhatsApp en aquellos tiempos.
El único arlequín que conozco en Reynosa es Alejandro Puente, Ale Ale.
En fin, creo que a final de cuentas todos tenemos algo de payaso.
Siendo su función la de hacer reir o divertir, puedo nombrar algunos payasos disfrazados de humanos, por ejemplo, Enrique Peña Nieto, el primer payaso de México, que con sus ingeniosas ocurrencias divierte a todo el país un día sí y otro también.
¿Y qué me dicen de Andrés Manuel López Obrador?Un «carablanca» con ínfulas de «augusto».
Todo aquel personaje que nos pueda provocar risa, puede ser considerado dentro del sufrido y abnegado gremio de los payasos.
Yo, por ejemplo, que me levanto todos los días para escribir mis payasadas con el propósito de sacar una sonrisa a políticos, periodistas, funcionarios o líderes de opinión.
O como dice el refrán estilo Pegaso: «Personaje cómico, me considero un melancólico personaje cómico». (Payaso, soy un triste payaso).