Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por el rumbo de lo que fue el viejo hotel Engrei, convertido ahora en todo un centro de deporte y entretenimiento, donde fue ratificado JR ayer como candidato a Alcalde por parte de Ricardo Monreal Ávila, uno de los santones de MORENA y brazo derecho del Peje.
Quienes ya se relamían los bigotes pensando en los billetes que iba a derramar don Ramiro Garza Cantú, salieron con el rabo entre las patas porque siempre no fue Riguín el escogido para encabezar la fórmula de ese partido.
Ni modo. Ahí para la otra.
Más tarde, instalado en mi cómodo búnker veía yo la imagen de un estimado profe de secundaria, Alejandro Castrejón Brito, quien estaba festejando un año más de vida junto con su familia.
Eso trajo a mi mente a otros recordados mentores que pasaron y que dejaron huella en mi infancia y juventud.
En los primeros años de la década de los setenta, en la escuela primaria Club de Leones número uno, localizada por la calle Aldama, en el centro de la Ciudad, recibí las primeras letras de la maestra Hilda.
De aquella época también recuerdo a la profesora Angelita, María de los Ángeles Coronado Varela, a quien me he topado en ocasiones en algún restaurante de la localidad.
-¿Cómo te ha ido, Pegaso?-me pregunta aquella venerable anciana que en su tiempo fue mi asesora en los concursos de Ortografía que se organizaban a nivel de zona escolar.
También en la primaria fui muy apreciado por el profe Tarquino Valencia Ugalde y por la Directora, Georgina Cantú Peña, el uno todavía vivito y coleando y la otra ya fallecida.
De la secundaria, recuerdo por supuesto al profe Brito, quien por cierto, tenía la inveterada costumbre de arrojar el borrador o el gis a la cabeza del infeliz alumno que estuviera distraido en su clase.
Le echaba mucha enjundia a la clase de historia y ya desde aquel entonces se notaba su inclinación política de izquierda, mucho antes de que participara en la formación del PRD.
Otro maestro recordado era el de Ciencias Naturales. La Monja, le decían, y nunca supe por qué.
Al igual que ocurrió en la primaria, había profesores que me tenían especial aprecio, como la maestra Marla y el Director de aquel entonces, en la Secundaria Escandón, Martín Solís Guajardo.
Luego pasé al CBTIS 7, cuando era CECYT 135.
El primer día de clase se presentó al salón el Director, ingeniero Juan José Espinosa Rosales.
Pidió que todos le dijéramos nuestro nombre y después los repitió sin equivocación. Unos meses después le pregunté cómo le había hecho para recordarnos a todos y me dijo:
-Mira, Pegaso. A cada nombre lo relacioné con alguna característica especial de su ropa. Tú traías puesto un paliacate al cuello, así que tú eras «Pegaso-paliacate».
Ahí conocí al profe José Luis Godina. Formaban también parte del personal de apoyo la que hoy es Directora del Instituto Tecnológico de Reynosa, Mara Acosta González y su hermana gemela, actual Directora de la UAMRA, Rosa Issel Acosta.
Tantos y tantos recuerdos vienen a mi mente cuando invoco mis años dorados de estudiante.
Eventualmente me encuentro con alguno que otro de mis maestros de primaria, secundaria y preparatoria, y es una gran satisfacción que todavía se acuerden de mí.
Quédense mis dos o tres lectores con el refrán estilo Pegaso que dice: «El carácter tipográfico con hemoglobina penetra». (La letra con sangre entra).