Por Lic. Bárbara Lera Castellanos
En mi columna de hoy, abordaré el tema de actualidad sobre la desigualdad social y laboral en las mujeres mexicanas, referente a su relación con las condiciones respecto a los varones.
De acuerdo a la mas reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi en 2018, más de la mitad de las mujeres ocupadas carece de prestaciones sociales (53.2%), el 25.3% de las mujeres de 15 años y más que no asisten a la escuela, no cuenta con ingresos propios, en el caso de los hombres el porcentaje es de 5.9%.
Asimismo, la brecha salarial, la carga desproporcionada del trabajo doméstico y no remunerado que recae principalmente en mujeres y niñas, la violencia laboral, el matrimonio infantil, el acoso y hostigamiento sexual, los estereotipos de género, las leyes, prácticas, usos y costumbres discriminatorios contra ellas, son solo algunos de los obstáculos que les impiden a las mujeres, niñas y adolescentes vivir una vida libre de violencia y disfrutar sus derechos en condiciones de igualdad.
Por otra parte, datos del 2017 de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), las mujeres representan poco más de la mitad de la matrícula de licenciatura universitaria y tecnológica, pero su presencia prevalece en áreas sociales como son educación (74.4%) y salud (67.0%). En áreas técnicas no alcanzan a representar la tercera parte de la matrícula: Ingeniería, Manufactura y Construcción (28.7%) y Ciencias Naturales, Exactas y de la Computación (32.2%). (ANUIES 2017).
La tasa de participación económica de las mujeres es de 43.8%, para los hombres es de 77.5% (ENOE 2018, INEGI). La tasa de participación económica de las mujeres indígenas es de poco más del 21 por ciento (Intercensal 2015, INEGI).
Más de la mitad de las mujeres ocupadas carece de prestaciones sociales (53.2%). (ENOE 2018, INEGI).
Las mujeres dedican 43.2 horas a la semana al trabajo de la casa y a cuidar a los integrantes de su hogar, mientras que los hombres le dedican solo 15.8 horas, es decir por cada tres horas que le dedican ellas a ese trabajo, los hombres destinan solo una (ENUT 2014, INEGI).
El trabajo no remunerado de las mujeres en sus hogares equivale al 17.5% del PIB, el de los hombres el 5.8%. (CSTNRHM 2017, INEGI).
Un dato de relevancia que nos refleja más claro la desigualdad social para las mujeres, se muestra cuando dicha desigualdad comienza con la asignación directa del trabajo doméstico a las mujeres, quienes se hacen cargo de la reproducción y administración del hogar, sin cuestionamientos ni capacidad de negociación, así como la distribución desigual de responsabilidades con los varones de la familia.
De acuerdo a la organización «México como Vamos», la lucha histórica de las mujeres para su integración en la vida pública ha roto los paradigmas del género y su rol universal como amas de casa, madres y esposas. Sin embargo, su incorporación al mercado laboral no ha sido lineal, ni socialmente aceptado, puesto que se le adjudican como prioridad las labores domésticas. https://mexicocomovamos.mx/animal-politico/2021/11/
En síntesis, históricamente las mujeres y los hombres han desempeñado actividades diferenciadas en la sociedad; mientras que a las mujeres se le han asignado tareas en el espacio privado, a los hombres se les han asignado actividades en el espacio público. Es decir, las mujeres son asociadas con la naturaleza por su capacidad de gestar; sus roles se asignan en función a la maternidad, el cuidado, la familia y el hogar como algo natural. En cambio, los hombres son asociados con la esfera productiva y su capacidad de transformar la sociedad…