AL VUELO/ Milloneta

Por Pegaso

Ayer leí una noticia que me dejó anonadado, patidifuso, estupefacto, atónito y pasmado: Nuestro muy querido y admirado milloneta, Carlos Delgado (Carlos Slim) salió del Top Ten de las personas más ricas del mundo.

Cierto es que durante los últimos años había bajado varios peldaños, después de ponerse al tú por tú y darse de patadas en las donas con Jeff Bezos (Jefe Ózculos) y Bill Gates (Guillermo Puertas), pero aún teníamos los mexicanos el orgullo de contar con uno de los nuestros (Nota de la Redacción: Esto no es del todo cierto, porque sus padres son libaneses) allá arriba, en el cielo de los bienaventurados billetudos.

Ya sabemos que Slim empezó a amasar una gran fortuna cuando su amigo Carlos Salinas (Charly Salthood) le vendió a precio de mercado de pulgas la entonces endeble paraestatal Teléfonos de México.

Empezó por aplicar las tarifas que le daba la gana y a encarecer el servicio telefónico.

Con un público cautivo de millones de personas, no tenía más que abrir su billetera y recibir un chorro de lana todos los días, a toda hora y en cualquier lugar.

Tanto billete ganaba este regordete con cuerpecito de tamal mal amarrado, que ni el “Error del 94” le hizo cosquillas.

Luego de algunos manejos, adquisiciones y componendas, este moderno Midas se convirtió en el sujeto más rico del mundo, en marzo del 2010, puesto que en el 2013 perdió con Bill Gates y que en el 2014 volvió a recuperar, con el repunte de una de sus más fuertes compañías: América Móvil, según la prestigiosa revista Forbes.

En el último año, Slim bajó del quinto lugar: De 64 mil millones de dólares pasó a 52 mil millones. El angelito perdió nomás 12 mil millones y ni se despeinó.

De ahí pa’l real, todo fue cuesta abajo. Surgieron en el escenario internacional compañías relacionadas con el comercio en línea, como Amazon, cuyo propietario, Jeff Bezos, cuenta con una insignificante fortuna de 131 mil millones de dólares.

Bill Gates continúa en segundo lugar, con unos miserables 96 mil, 500 millones de cueros de rana, impulsado por su empresa Microsoft y Warren Buffet está en el tercero con sólo 82 mil, 500 millones de dolarucos.

Los hombres que mueven la economía mundial forman parte del exclusivo club de los archimillonarios.

Ya me imagino cómo se sintió el pobre Charly  Delgado cuando llegó por la mañana y vio que ya no estaba entre los diez primeros.

Seguramente se puso a llorar como magdalena, culpando al coronavirus de su desgracia.

Haciendo un ejercicio supremo de concentración, me lo puedo imaginar de pobretón, de paria, de perra flaca: Por la mañana, se levanta tarde para ir a la talacha, se toma un café negro con una concha que sobró de la noche anterior. Su vieja le entrega un bolillo con jamón y un chile en vinagre para la comida y por la tarde, cuando sale del turno, después de una chinga de colores, se va con los cuates a chupar.

Llega a su casa a medianoche bien briago. Busca en el refrigerador y sólo encuentra una cazuela de frijoles refritos y unas tortillas duras.

Tras la frugal cena, se duerme sin darle las buenas noches a su abnegada mujer, para despertar al día siguiente con una cruda y un insoportable dolor de cabeza.

Esa sería la vida de Carlos Delgado, si fuera pobre.

Aunque la vida de Carlos Slim aún es y seguirá siendo de grandes lujos, abundante caviar y espumoso champán.

Termino mi colaboración de hoy con el dicho estilo Pegaso: “Inclusive los acaudalados vierten líquido lacrimal”. (Los ricos también lloran).

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