Por Pegaso
Ya huele a Semana Santa.
Ya asoman por ahí los negocios que venden capirotada, ese manjar de dioses que solo se puede degustar en esta temporada por su alto contenido de azúcar y carbohidratos.
Para variar, vamos a definir primero qué es la capirotada, para todos aquellos picados de gringo que no conocen este mexicanísimo platillo o que jamás han probado este verdadero “bucatto di cardinale”.
La Wikipedia, ese compendio de sabiduría popular que todos podemos consultar en la Internet, indica que la capirotada es un postre típico de los estados mexicanos de Colima, Chihuahua, Coahuila, Durango, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Tamaulipas, Baja California, Baja California Sur, Jalisco, Michoacán, San Luis Potosí, Guanajuato y Nuevo León, así como de Nuevo México, Estados Unidos.
“Consiste en un pan tostado o añejado hasta que se deshidrata (en el caso de Jalisto, de birote salado), cortado en rodajas que son puestas a cocer junto con trozos de plátano, pasas, nueces, guayaba y cacahuates, cubierto con jarabe de piloncillo y queso de mesa rallado. Este platillo se consume principalmente durante la época de Cuaresma. Es un postre que ha sido pasado de generación en generación, y que ha sido adoptado por diversos países”,-relata.
No se trata de un alimento prehispánico, ni mucho menos. Se introdujo a México cuando iniciaron las plantaciones de la caña de azúcar, después de la conquista, y posteriormente con la elaboración del pan que actualmente se conoce como bolillo o birote.
Hay un sinfín de recetas que pueden hacer las delicias de cualquier panza aventurera.
Por ejemplo, se pueden encontrar muchas páginas de internet con las siguientes indicaciones para hacer una capirotada como Dios manda:
-8 tazas de agua, para el jarabe de piloncillo.
-2 piloncillos.
-2 rajas de canela.
-1 tasa de uva pasa.
-4 rebanadas de pan duro (bolillo, de 1 cm. de grosor, aproximadamente).
-3 cucharadas de mantequilla para freír el pan.
-1/4 de tasa de cacahuate.
-1/4 de tasa de coco rallado.
-1/4 de tasa de nuez.
-1/4 de tasa de almendra fileteada.
-1/2 taza de queso cotija.
Precalentar el horno a 180 grados centígrados.
Para el jarabe de piloncillo, calentar en una olla agua con el piloncillo y la canela. Cocinar a fuego medio hasta que se disuelva, incorporar las pasitas y cocinar hasta que se inflen. Retirar del fuego.
Calentar una sartén a fuego medio con la mantequilla, freír las rebanadas de pan hasta que estén crujientes y doradas por ambos lados.
Acomodar las rebanadas de pan en una cazuelita de barro, bañar con la miel de piloncillo, cubrir con los cacahuates, el coco rallado, la nuez, la almendra y el queso Cotija.
Hornear por 20 minutos hasta que tome consistencia.
¡Bon apetit!