- Delincuentes utilizan nuevas herramientas y tácticas para enfrentar a las autoridades
Ciudad de México.- El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se está quedando rápidamente sin herramientas para controlar la expansión del temido cártel Nueva Generación en la lucha contra el narcotráfico en Michoacán, y el estancado esfuerzo en tierra se complementa con un conflicto aéreo cada vez más sofisticado.
El cártel de Jalisco, la banda de narcotraficantes más fuerte en términos militares en México, ha comenzado a organizar a gente del pueblo para que actúen como escudos humanos contra los militares, que ahora solo tratan de mantener separados a los cárteles rivales.
“Si ellos entran otra vez, ponemos dos mil personas aquí para pararlos”, dijo Habacuc Solórzano, un agricultor de 39 años que lidera el movimiento civil asociado con el cártel. Su declaración, como la mayor parte de lo que sale del lado de Jalisco, no es mera jactancia: ya tenía unos 500 vecinos marchando la semana pasada -luego vadeando un río- para enfrentarse a un escuadrón militar que bloquea un camino de terracería para salir del territorio de Jalisco.
Los habitantes de Aguililla están hartos de la estrategia del Ejército de simplemente separar al cártel de Jalisco de los Viagras, sus rivales que operan en el estado vecino de Michoacán. La política del Ejército permite que los Viagras, más conocidos por secuestrar y extorsionar, coloquen barricadas y retenes que han bloqueado todo el comercio con Aguililla. Los limones y el ganado que salen, o los suministros que llegan, deben pagar un impuesto de guerra a los Viagras.
“¡Preferimos que nos maten ustedes a que nos maten los criminales!”, gritó un manifestante a los soldados durante un tenso enfrentamiento de una hora entre personas que protestaban y una docena de soldados que se resguardaron detrás de una barricada de neumáticos de automóviles. Muchos de los manifestantes llevaban piedras y hondas, pero no las usaban.
“Que dejen que los cárteles se maten solos”
Los residentes quieren que el Ejército luche contra ambos cárteles o al menos deje que las dos organizaciones criminales se enfrenten.
“Que dejen que los cárteles se matan solos”, gritó otro manifestante. “¡El cártel Jalisco va a topar con todos!”.
Esa opinión está muy extendida. “Lo que necesita este pueblo es que un cártel fuerte entre y tome el control e imponga algún semblanza de calma”, dijo un sacerdote local. “Hasta el momento, todo parece indicar que ese grupo es Jalisco”.
Sobre todo, lo que quieren los residentes es que se quiten los retenes de los Viagras y se vuelva a abrir la carretera. Debido a que ocasionalmente deben transitar por esos caminos cerrados, ninguno de los habitantes quiso dar su nombre por temor a represalias.
Pero uno lo explicó así a los militares: “La única entrada nacional que tenemos hacia el pueblo de Aguililla está bloqueada y está controlada por un cártel, el cual está a escasos 500 metros de ustedes (el Ejército), y ustedes no están haciendo nada para que se cumpla nuestro derecho de libre tránsito”. Y agregó: “Ustedes no saben lo difícil que es para nosotros tener que estar costeando una guerra que viene a matarnos a nosotros”.
Esa es en realidad una descripción bastante precisa de la política gubernamental: preservar el status quo y hacer que cada cártel permanezca en su territorio.
Pero Jalisco no aceptará al gobierno como árbitro de las divisiones territoriales de los grupos de la droga; el líder local del cártel de Jalisco dice que el Ejército solo está tratando de proteger al más débil de las dos agrupaciones, los Viagras, por razones de corrupción.
En todas partes
Jalisco está en todas partes en Aguililla, desde camionetas y carros blindados caseros con las iniciales del cártel hasta los pequeños trampolines que la organización instaló para los niños en cada pueblo.
Algunos residentes dicen que los presionan mucho para participar en las protestas, por temor a que les corten el agua o la electricidad si no lo hacen. Otros simplemente están cansados de pagar los impuestos de guerra de los Viagras y de estar aislados del mundo exterior. Una manifestante describió cómo murió su padre a principios de 2020 porque los Viagras no les permitieron llegar al hospital.
Decenas de sicarios del cártel usan abiertamente chalecos antibalas estampados con las iniciales “CJNG” (Cártel Jalisco Nueva Generación) en la parte posterior, y en el frente, “FEM” (Fuerzas Especiales de Mencho), una referencia al apodo del líder, Nemesio Oseguera.
Jalisco es el único cártel en México que no oculta lo que es y no juega con la política de las relaciones públicas con la prensa o la moderación.
“Nosotros somos narcos”, dijo el líder local de Jalisco, quien no dio su nombre. “Que cada quien se dedique a lo suyo”. Y agrega que el problema con los Viagras y otras bandas locales con las que están enfrentados es porque “ellos quieren todo para ellos”.
Con toda la fuerza bruta
Jalisco entiende la fuerza bruta; por el momento, no molesta mucho a los residentes de Aguililla, porque no es necesario. Pero si sospecha que uno está trabajando activamente para los Viagras o le está pasando información, es probable que la esperanza de vida de esa persona sea muy corta.
El jefe local se encoge de hombros ante las afirmaciones del gobierno de que cárteles como el de Jalisco están teniendo problemas para reclutar a jóvenes, debido a los programas de empleo y capacitación de la actual administración para ellos.
“Depende del tipo de jóvenes”, dice. Señala que algunos se van con eso (becas y otros programas para que los jóvenes construyan su futuro) “pero los otros, los que duermen bajo puentes llegan aquí y piensan que están en París, aquí hay comida”, agrega.
“Le dejo claro a mi gente que vienen aquí a pelear”, agrega.
Más allá de la comida, el pago regular y las drogas ilimitadas, el cártel de Jalisco también ofrece a sus jóvenes soldados una especie de estructura familiar. Todos, incluso el jefe local, se refieren a su superior inmediato como “Apá”, como un niño diría “papá”.
Ambos cárteles han desarrollado drones portadores de bombas, y el guerrero más temido en estos campos de batalla es el “dronero”, el operador de estos aparatos.
Con helicópteros artillados
Para manejar el creciente poder armado en el conflicto, el gobierno mexicano ha recurrido a una carta poderosa para superar al cártel de Jalisco: helicópteros artillados Blackhawk equipados con ametralladoras eléctricas de cañón giratorio que pueden disparar seis mil municiones por minuto.
Es un arma que casi define al “fuego general indiscriminado” y está prohibida en la mayoría de los países en conflictos civiles. Es el tipo de arma que el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que ya no quiere.
Pero por el momento, una potencia armada así de enorme es lo único que detiene a Jalisco.
“Nos incendiaron dos camionetas”, dijo el jefe de la pandilla local sobre las ametralladoras. Cuando llegan “los guachos (soldados) en helicóptero, con minigun, allí no hay nada que hacer, te haces a un lado”.
No está claro que vaya a ser así por mucho tiempo. Jalisco es conocido por dos cosas: ser el cártel más armado de México y el único que ha derribado un helicóptero militar.
En 2015, hombres armados del cártel de Jalisco derribaron un helicóptero de transporte Eurocopter con un lanzagranadas, matando a ocho soldados y un policía. Si bien los helicópteros que enfrenta Jalisco ahora son Blackhawks, hay pocas dudas de que el cártel puede llegar a algo más contundente.