Por Pegaso
Está el padrecito Vaquera en el confesionario de la Iglesia de Guadalupe. De pronto se escucha el llanto desesperado de la Chabela que se acerca.
-Padre Vaquera: ¡Dios mío, ahí viene otra vez esta hija de… tu gracia benevolente!
-La Chabela: (Llorando a moco tendido) ¡Ave María Purísima!
-Padre Vaquera: Sin pecado concebida. A ver, dime, Chabela, ¿ahora por qué vienes llorando?
-La Chabela: ¡Ay, padre Vaquera! He caído en las garras de la lascivia y la lujuria; mi alma está condenada a sufrir los suplicios del purgatorio eterno.
-Padre Vaquera: ¡Pero porqué dices esas cosas tan horribles, hija mía? ¿Qué fue lo que te pasó?
-La Chabela: ¡Hay padrecito, si yo le contara! Mi vida ha caído en la vileza y la depravación.
-Padre Vaquera: Bueno, hija, dime lo que ocurrió. Dios perdona todos los pecados y debes confiar en él.
-La Chabela: ¿Usted conoce a Wayo Boux?
-Padre Vaquera: ¡Claro que sí! Wayito Boux, un muchacho muy correcto, un extraordinario músico y buen cristiano porque cada domingo viene a misa y deja una generosa limosna a la iglesia.
-La Chabela: ¡Qué buen cristiano ni qué ocho cuartos! ¡Es un concupiscente que pretende arrastrarme hacia el precipicio con sus infames tentaciones!
-Padre Vaquera: ¡Qué barbaridad! Y yo que creía que era una excelente persona. Dime ya cuál fue el pecado que cometiste para que puedas expiar tu culpa.
-La Chabela: Es que anoche llegó hasta la puerta de mi casa, tocó el timbre y yo le abrí. Entonces me dijo: (Poniendo los ojos en blanco y haciendo la voz gutural) ¡Chabela, mira lo que traigo para tí! ¡Y se la ví, padre! Ahí la tenía así, agarrada, grandota, negra y brillante…
-Padre Vaquera: (Agarra su báculo y le da un golpe en la cabeza) ¡Descastada, vil, zorra! ¿Y todavía tienes el descaro de contármelo!
-La Chabela: ¿Por qué me pega, padre? ¡Así la tenía, negra y grandota!
-Padre Vaquera: Bueno, ¿y luego qué pasó?
-La Chabela: Después me preguntó: (Nuevamente poniendo los ojos en blanco y con voz gutural) ¿La quieres adentro?
-Padre Vaquera: Pero tú, naturalmente, como buena cristiana que eres, te negaste a su proposición.
-La Chabela: (Prorrumpiendo en llanto estruendoso) ¡Ayyy, ayyy!
-Padre Vaquera: ¿No te opusiste, descastada, degenerada, hija de Lucifer?
-La Chabela: ¡Pues cómo me iba a oponer si me gustó mucho! Ahí estaba en sus manos ese instrumento de lujuria que me volvía loca…
-Padre Otero: (Un nuevo golpe con el báculo) ¡Te he dicho muchas veces que no me interesa conocer los detalles! Y luego, ¿qué pasó?
-La Chabela: Metió su guitarra eléctrica a la casa y la empezó a tocar bien bonito. Si viera cómo me hizo vibrar. Era una guitarra bien grandota, de color negro brillante que me gustó mucho…
-Padre Vaquera: Espera, espera. Entonces, ¿todo este tiempo me has estado hablando de una guitarra eléctrica?
-La Chabela: ¡Claro que sí, padre Vaquera! ¿Pues usted qué me entendió?
-Padre Vaquera: Nada, hija, nada. Escuchar la guitarra eléctrica tocada por Wayo Boux no es un pecado. Anda, reza cinco padres nuestros y diez aves marías. Ve con Dios.
-La Chabela: ¿No es un pecado? ¡Gracias, padre Vaquera!¡Qué bueno es usted! (Despidiéndose de beso en la mano).
-Padre Otero: (Limpiándose el moco de la mano) ¡Dios mío!¿Qué pecado he cometido que me envías este purgatorio?¿Por qué no te la llevas con Trump para que le provoque un infarto?