Por José Gregorio Aguilar
Aunque han emprendido arreglos y obras, los resultados del Hospital Regional Número 6 del IMSS en Ciudad Madero no mejorarán debido a que la capacidad está rebasada, y la situación a mediano plazo tenderá a empeorar cuando se agreguen los beneficiarios del programa Bienestar.
Recientemente, un grupo de padres de familia exigió a la directora de este hospital, Karina Silva, que atienda la falta de medicamentos, sobre todo el tratamiento para la hemofilia, enfermedad que afecta a 60 niños de la zona conurbada.
Pero los medicamentos no son el único ni el principal problema que arrastra el IMSS de Ciudad Madero: la demanda de servicios es de tal magnitud que aplasta la capacidad del hospital y vuelve inútil la gestión del personal médico y administrativo.
Por ejemplo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada cama de hospital debe servir a un máximo de 250 personas para un resultado óptimo.
En contraste, la tasa de disponibilidad en el Hospital del Seguro Social en Ciudad Madero es de una cama por cada 1,786 personas, cifra que revela la sobreexplotación de los recursos materiales y humanos.
Este es el promedio resultante de dividir los 500 mil derechohabientes (trabajadores y familiares de la zona sur) entre las 280 camas censables del hospital, aunque dispone de otras 120 camas de reserva, que solo se utilizan en casos de fuerza mayor.
Cuando abrió por primera vez, el 18 de marzo de 1970, el IMSS de Ciudad Madero contaba con 200 camas disponibles, 33 consultorios y 14 especialidades médicas, y con eso pudo muy bien atender la demanda de servicios de la zona conurbada.
Hoy, de acuerdo con historias recogidas en otras publicaciones, tardan de tres a cuatro meses para ordenar estudios clínicos o especializados, y las cirugías no se hacen en menos de cinco, llegando en algunos casos hasta los 10 meses, como el de Jorge Santacruz, obrero que terminó con secuelas en la columna por el retraso de su operación.
La causa de la mala calidad del servicio no es otra que la carga extenuante de trabajo del personal, la mala organización interna y la escasez de recursos materiales para poder atender a toda la población con derechos en el sur del estado, estimada aproximadamente en 500 mil personas.
En un día promedio se llevan a cabo a 657 consultas, 28 intervenciones quirúrgicas diarias y 6,685 análisis clínicos, en sesiones maratónicas que rebasan las jornadas de ocho horas, de acuerdo con cifras de 2023.
Esta demanda se dispara en temporadas de alta incidencia de enfermedades, como el invierno y el verano, creando los retrasos y carencias que han sido noticia en el último año y medio.
De hecho, las enfermedades crónico-degenerativas y los accidentes traumáticos, que son las principales causas de ingreso al hospital, demandan diariamente 125 estudios radiológicos, 71 sesiones de hemodiálisis y 236 sesiones de fisioterapia.
Y el panorama para los próximos meses es pesimista, en opinión de Gregorio Pego Cruz, líder de la Nueva CROC, ya que se espera la llegada de miles de personas registradas en los programas Bienestar, que ahora también serán atendidos en el IMSS.
“No hay ningún especialista los domingos, ninguna supervisión. Y cuando llegue el IMSS Bienestar, ¿qué va a pasar?”, dijo el líder a la prensa, “no hay sillas, no hay camas, no hay doctores. Es importante que tanto cacarean que en salud hay avances y no es cierto”.