El Cabildo de Victoria

Por Oscar Díaz Salazar

Renovarse a morir (políticamente) es el dilema que hoy enfrenta el alcalde de Victoria, Eduardo Gattas, que no ha sabido acomodarse a las nuevas circunstancias en las que preside el gobierno municipal por segunda ocasión, con otras condiciones, otros compañeros de tareas que si quieren co gobernar y otra actitud desde el gobierno del Estado.

En el trienio pasado, Gattas ignoró a regidores y síndicos, los menosprecio, los ninguneó. Por las razones que sean, los municipes victorenses aceptaron ese trato de testigos mudos, sordos e indolentes del quehacer gubernamental.

El alcalde capitalino y sus seconds creyeron que las cosas serían iguales en el trienio que inició el pasado primero de octubre, que el cuerpo edilicio sería ciego, sordo y mudo.

No contaban con la efectividad del curso de capacitación y adoctrinamiento que tuvieron regidores y síndicos de morena en vísperas de asumir sus funciones.

En esas sesiones les explicaron con peras y manzanas a los ediles electos, lo que representa y vale un regidor y un síndico, el papel que tienen en el gobierno municipal, las facultades y obligaciones, los alcances y limitaciones.

El desconocimiento histórico del Manual del Regidor y Síndico, es decir del Código Municipal para el Estado de Tamaulipas, llegó a su fin con ese curso intensivo para los integrantes de la asamblea que gobierna en los municipios.

Los miembros del Cabildo victorense hoy si respetan su investidura y hacen valer su personalidad jurídica y política, y por eso han tenido conflictos con un presidente municipal acostumbrado a gobernar en solitario y de manera arbitraria, como dice la costumbre, pero no la ley.

El juego de poder entre Gattas y los regidores es un juego de suma cero, lo que están exigiendo los ediles, con sustento legal, es lo mismo que regatea el alcalde, con el soporte de la tradición y de su propia experiencia del pasado inmediato.

El guasumara para Gattas es que la ley está de lado de sus contrincantes, que adicionalmente tienen el visto bueno del gobernador, quien lleva un buen tiempo dándole frío político al presidente municipal.

Y si ayer fue la designación de los funcionarios, hoy es el rechazo a la propuesta de Ley de Ingresos que planteó el presidente a sus pares del Cabildo, esas son las señales externas del descontento en el gobierno de Victoria.

Lo de fondo es que Gattas no cumple acuerdos, no tiene palabra y no cumple con lo que dice la ley.

Más de un comentarista han escrito y dicho que Gattas ha estirado tanto la liga, que terminará por romperla.

Creo que no pasará mucho tiempo para ver si Gattas se aclimata a los nuevos tiempos o si se persiste en esa actitud que lo puede llevar a…. Al rancho de AMLO.

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