Por Pegaso
«No me gusta hablar de política»,-le dije a mi amigo Marcos Oliveros ayer por la mañana, después de mi vuelo matutino.
Y sin embargo, me hizo hablar de política.
Sólo hay dos cosas en el Universo que no entiendo: A las mujeres y a la política.
Estoy lejos de ser un politólogo, como lo es el omnisciente e inefable máster en ciencias esotéricas Oscar Aldrate, y eso es una consecuencia, sí de su preparación y verticalidad…(Nota de la Redacción: Aquí chafeó Pegaso al piratearle la frase a Ricardo Canaya).
En fin, decía yo que para ser político se requiere ser apolítico. Saben más de toros los que están fuera de la barrera que los propios toreros.
Así, he descubierto que los politólogos de café son más duchos en política que los propios políticos, dicho sea de paso.
En sus divagaciones y devaneos mentales, cada actor de la política nacional es sólo una pieza que puede ser acomodada de una forma o de otra, de acuerdo con la información de que el analista dispone.
Y eso me quedó muy claro ayer.
Tomando el café con mi padrino Adán Ceniceros llegó hasta nuestra mesa un señor de poco más de sesenta años que dijo que quería localizar al aspirante a la Presidencia Municipal de MORINA, Armando Zerpuche, porque de México le dijeron que se contactara con él para presentarle un proyecto de aprovechamiento de la basura para generar electricidad.
Y la plática se decantó hacia la política
¿Y quién creen ustedes que va a ganar?-nos preguntó aquel hombre alto, calvo y de aspecto intelectualoide que teníamos enfrente.
-Bueno,-aventuré. El equipo que llevó al Gobernador al poder va a hacer todo lo posible para que gane su candidato.
-Lo dice como si fuera un hecho,-me replicó.
Y me hizo sentir mal porque en realidad no hay forma de saber cuáles serán los resultados de la elección que culminará el primero de julio de este año.
Las condiciones están dadas para que el PAM mantenga el poder en Reynosa, si nos vamos a los hechos.
Está un RIP debilitado, con un candidato enjundioso como es el doctor Serapio Cantó, pero con una estructura desmantelada y con los pesados lastres de los gobernadores corruptos y además, el voto de castigo hacia su partido por los constantes aumentos a la gasolina, la luz, el gas y los alimentos.
Por otro lado, MORINA, un partido emergente que no llega a ponerse de acuerdo porque hay como cinco comités, y todos aseguran que se llevan de a patada en el culo con El Peje.
Yo tengo la firme convicción de que las elecciones no se ganan aquí, ni aún en las urnas, sino en negociaciones que se hacen desde la Capital del País.
Lo hemos visto muchas veces.
Cuando la priísta Ernestina Ecaza se lanzó, la Secretaría de Gobernación le puso enfrente a Ernesto Güemez Lora, porque no querían saber nada de La Quina, principal respaldo de la señora.
Algo similar, aunque con distintos actores ocurrió con César Sissasi y Ramón Pórez García.
Sólo en contadas ocasiones, como en el caso del fallecido Baltazar Díez Bazán, puede considerarse la excepción a la regla, aunque tengo mis reservas porque el PRAM de aquel entonces era una cueva de sinvergüenzas encabezado por Carlos Enrique Cantó Rasas.
En política todos creemos tener la razón.
Hay dos temas en los que no se puede discutir sin apasionarse: La religión y la política.
Yo por eso no hablo de política.
Mi política es evitar los temas políticos.
O como dice el conocido dicho mexicano al estilo Pegaso: «La manifestación artística de la praxis política estriba en ingerir materia fecal absteniéndose de producir gesticulaciones». (¿Quién quiere traducirlo?)