Matamoros, Tam.- El respaldo político, además de medirse en discursos, también se confirma en la agenda. El domingo, el gobernador Américo Villarreal Anaya y su esposa, la Doctora María Santiago de Villarreal; Presidenta del Sistema DIF Tamaulipas; estuvieron en el Poblado Las Higuerillas del municipio de Matamoros, encabezando una brigada navideña en comunidades rurales históricamente olvidadas. El lunes, apareció nuevamente junto al alcalde Beto Granados, ahora en un escenario distinto: el lanzamiento del Clúster Automotriz de Tamaulipas. Dos días consecutivos, dos contextos distintos, un mismo mensaje político.
En el Poblado Las Higuerillas, el gobernador y su esposa, no solo llevaron apoyos; llevaron presencia política al territorio que gobierna Beto Granados. La atención a pescadores, familias rurales y comunidades de la Laguna Madre reflejó una visión compartida: el desarrollo no puede concentrarse únicamente en el centro urbano. Ese acompañamiento estatal refuerza la narrativa del alcalde, quien ha insistido en mantener un gobierno de territorio, incluso para quienes durante años quedaron fuera del radar institucional.
Veinticuatro horas después, el respaldo se trasladó al terreno económico. El lunes, con el alcalde de Matamoros al frente, se presentó el Clúster Automotriz de Tamaulipas, una apuesta estratégica que coloca a la ciudad en el corazón de la nueva etapa industrial del estado. No es un gesto menor: el gobernador decidió lanzar uno de los proyectos económicos más relevantes del sexenio con Matamoros como eje y con Beto Granados como aliado visible.
Este nivel de acompañamiento inevitablemente genera reacciones. Cuando un alcalde avanza con respaldo estatal y resultados visibles, aparecen los adversarios políticos. No como señal de debilidad, sino de fortaleza. Los intentos por minimizar, descalificar o sembrar dudas surgen precisamente cuando la agenda se llena de hechos y deja poco espacio a la especulación. Frente a la presencia del Gobernador, la Presidenta Estatal del DIF, la inversión y la coordinación institucional, el ruido queda exhibido.
En un entorno donde muchos alcaldes quedan al margen de las decisiones estatales, Matamoros vive una dinámica distinta. Dos días consecutivos bastaron para mostrar que Beto Granados no gobierna solo. El estado camina con él, en el territorio y en la estrategia. Y cuando el respaldo se ejerce de esta manera; más allá de ataques y voces opositoras; se convierte en una señal clara de estabilidad política, gobernabilidad y rumbo definido para la ciudad.
