Por Pegaso
Al aterrizar en mi búnker, luego de mi vuelo vespertino, me senté a ver las noticias en la pantalla idiota (Nota de la Redacción: Nuestro colaborador ha actualizado la denominación despectiva de la televisión, a la que antes se llamaba «caja idiota»), y al escuchar las palabras del Pejidente López Obrador casi me dio el tamafat, me palpitó el corazón y se me aceleraron los movimientos peristálticos.
Presté más atención a lo que decía el Peje para ver si no se trataba de una broma pero sí, efectivamente, por medio de una carta pidió que el Rey de España y el Papa le pidan disculpas al pueblo mexicano por los desmanes, desmadres y demasías que sus compatriotas de hace medio milenio vinieron a hacer a la Gran Tenochtitlán.
En el 20121 se cumplen los primeros 500 años de la Conquista de México y 200 años de la Independencia, lo que significa que los gachupines tuvieron 300 años para robarse toda nuestra riqueza.
En ese período de tiempo exterminaron a la mayoría de las etnias, haciéndolos trabajar hasta la extenuación en la construcción de sus iglesias y edificios; saquearon los grandes depósitos de plata, oro y demás materiales preciosos y les metieron a al fuerza su religión. «La conquista de México se hizo con la espada y la cruz»,-diría el Pejidente en su misiva.
Cada gramo de oro iba a engrosar las arcas de los Reyes Católicos, Carlos e Isabel, y de su voraz descendencia. Pero no los usaban para sacar de la pobreza a sus súbditos, sino para pagar las grandes deudas que los monarcas españoles contraían con el resto de la realeza europea, por su vicio al juego.
Remontémonos por un momento a la época anterior a la Conquista, allá por el año 1519.
Moctezuma Xocoyotzin tiene el primer reporte de la llegada de «casas flotantes» en la costa del Golfo de México.
Pensando que era el dios Quetzalcóatl que regresaba después de siglos de ausencia, los mensajeros de Moctezuma llegaron ante aquella gente rubia y barbada con canastas llenas de oro y piedras preciosas. Y como los españoles no traían morralla, les dieron unos espejitos que traían en los barcos. Los aztecas se fueron felices y contentos a entregarles aquellos objetos mágicos a su rey.
Aprovechando esa creencia, los gachupines desembarcaron un chorro de caballos, alistaron sus arcabuces y se vistieron con relucientes armaduras.
En su palacio de Tenochtitlán, el Uey Tlatoani Moctezuma les decía a sus consejeros: «¡Ah, cabronoxipoca! Es ciertoxin que vienetepec Quetzalcóatl».
Lo demás es historia. Los españoles barrieron con la capital mexica y esclavizaron a la indiada, apoyados por los frailes católicos.
Durante trescientos años los hicieron trabajar de sol a sol para construir la nueva capital y saquear las riquezas del subsuelo, hasta dejarnos el puro cascajo.
¡Me imagino qué habría pasado si hubieran sabido que teníamos un chingo de petróleo!
Ahora, a cinco siglos de distancia, el Pejidente López Obrador quiere que el Rey de España y el Papa pidan perdón o al menos, disculpas a los mexicanos, pero ¡ojo!, no está exigiendo que se devuelvan las riquezas extraidas, como tampoco les pide a los ex presidentes que regresen todo lo que se robaron.
Tal vez, muy en el fondo, AMLO está interesado en hacer cumplir aquella profecía maya, que dice que en el 2019, al terminar el último período del calendario maya «Venus anunciará tu final y todos los indígenas que masacra se nos vengan, nunca disfrutarás de tus conquistas o de lo que nos robaste, nunca encontrará el reposo entre las tierras y el gobernante que te expulse de su reino llegará a ser el monarca más amado de esta nueva era del esplendor tus restos desaparecerán en llamas como las que atormenta hasta nuestro gran tlatoani».Bueno, eso es lo que dicen que dice la dichosa profecía.
Mientras la carta que envió el Pejidente hace unos días llega a la corte española y el Rey Felipe VI de España se digna a abrirla, esperamos que sólo sea una ocurrencia más y no una necedad que dispare un conflicto internacional.
Porque, ¿qué pasa si Felipón se niega a dar una disculpa a los mexicanos?
Posiblemente AMLO lo califique como rey «fifí», o lo incluya dentro de la mafia del poder.
No lo sé. Pueden pasar tantas cosas.
Por lo pronto, los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «Jamás es prudente aludir a la cuerda trenzada en el hogar del individuo que falleció por obstrucción mecánica de la tráquea». (Nunca hay que nombrar la soga en casa del ahorcado).