Por Pegaso
¿Qué le pasa al Ser Humano?¿Es que nos hemos convertido en bestias?
En 1895, hace más de 120 años, salió a la luz una novela de ciencia ficción llamada La Máquina del Tiempo, escrita por George Wells.
En la obra se narra las aventuras de un científico que inventa una máquina capaz de viajar en el tiempo, llegando al lejano 802,701 después de Cristo, donde la Humanidad ha evolucionado en dos sentidos: Por un parte, individuos de baja estatura, blancos, de rasgos finos, bellos y graciosos, llamados Los Eloim; por otro lado, unos seres bestiales, enormes y musculosos, con afilados dientes y caras grotescas, llamados Los Morlock.
Los Eloim viven entre los árboles y en las barrancas, en casas hechas de ramas, mientras que Los Morlock viven en ciudades subterráneas.
Todas las noches Los Morlock salen a cazar y se llevan a las profundidades a Los Eloim que están distraidos o que no pudieron ponerse a salvo durante el día, para comérselos.
¿Saben algo, mis dos o tres lectores? La ficción en ocasiones se ve superada por la realidad.
Ví con gran tristeza cómo un grupo de enfurecidas personas lograron someter a varios soldados, los desarmaron y los mantuvieron privados de la libertad.
Los «ciudadanos» pedían a los mandos militares la devolución de las armas que les fueron confiscadas horas antes, entre otras, un fusil de asalto tipo Barret, de 50 milímetros.
«Somos ciudadanos pacíficos-decían- y exigimos que se nos regresen las armas».
Eso no es lo peor, sino lo queda implícito.
Para empezar, no sé por qué me da el tufo de que esos no eran ciudadanos, sino de un grupo de maleantes identificados con algún cártel de la droga. En los videos que circulan en las redes se oyen niños llorando y mujeres gritando, lo que significa que los estaban usando de parapeto contra cualquier reacción de la soldadesca.
Porque, ¿qué hubiera pasado si dispararan a la turba?
En estos momentos las organizaciones de derechos humanos los estarían crucificando, dando de patadas en las donas, colgándolos de los tanates y escupiéndoles la cara.
Pero no ocurrió así. Los militares se dejaron someter, por miedo o porque en realidad no sabían qué tenían que hacer ante tan inesperada situación.
Si me lo preguntan a mí, yo creo que sí tenían miedo, al ver la expresión feroz de cientos de sujetos dispuestos a lincharlos.
Me decía una amiga que la masa enfurecida es irracional, y yo estuve de acuerdo, pero también sé que los militares son igualmente irracionales, porque solamente obedecen órdenes.
Luego, entonces, no se explica por qué no, valiéndose de sus armas, actuaron para desalentar a la muchedumbre. Con dos o tres que se hubieran llevado por delante habría bastado. Por el contrario, se les ve con una carita de niño asustado.
Humillados, sin sus armas, completamente neutralizados, sólo se veían entre sí, espantados.
Uno de los palurdos incluso le dice al mando militar que tenía al teléfono que sus muchachitos estaban todos apendejados y asustados.
Se supone que cada soldado está adiestrado en el combate cuerpo a cuerpo, que incluso no teme perder la vida si con ello cumple con su deber.
Ahí es donde quería verlos, dando patadas en el culo a tanto patán mugroso que sólo son hombres cuando tienen un arma entre las manos.
Si eso hubieran hecho, en este momento seguramente estarían muertos, pero convertidos en héroes, y en su honor se realizarían ceremonias cívicas para honrar su memoria, por valientes.
Por eso vuelvo a preguntar, ¿hasta dónde hemos llegado? ¿Cuándo perdimos la esencia humana y nos convertimos en bestias?
Si eso hacen con los soldados, ¿qué no harán estos morlocks con la gente indefensa, con los eloim, encarnados en la gente trabajadora y de buenas costumbres?
Ahora sí ya estoy en_utado.
Vamonos con el refrán estilo Pegaso: «Resulta más valioso que opinen que en este lugar huyó que en este lugar pereció». (Más vale que digan aquí corrió que aquí murió).