Al Vuelo/ Feos

Por Pegaso

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre acoso y seducción?

Respuesta: Acoso es cuando estás feo y seducción, cuando estás guapo.

Puede mover a risa, pero desde acá, desde mi nubecilla viajera veo cómo sufren mucho las personas feas.

Y recordando aquella cancioncilla de los sesenta que decía: «Que se mueran los feos, que se mueran los feos, que se mueran todititos, toditos, toditos los feos» me puse a escribir este ensayo magistral para que de él tengan memoria las futuras generaciones de feos.

Claro, por supuesto. Durante miles de años, prácticamente desde que el ser humano tiene memoria de sí mismo, ha inventado mil y una excusas para sentirse mejor cuando se es más feo que pegarle a Dios y no levantan ni una chancla tirada en la calle.

«La suerte de la fea la bonita la desea», es quizá la peor falacia elaborada para tranquilizar a las mujeres poco agraciadas.

Y aquella que reza: «El hombre debe ser feo, fuerte y formal», es otra joya de ironía fina que muchos se llegan a creer.

La verdad londa y lironda es que, por naturaleza, las mujeres siempre buscarán al tipo alto, robusto y de facciones paternales que garantice ser un buen proveedor y protector de la futura descendencia. Y claro, si tiene billetes y viste con trajes Armani, mejor.

El instinto de la mujer no ha cambiado mucho desde la época de las cavernas. De hecho, es exactamente el mismo. La mujer, para dar su brazo a torcer, necesita sentir seguridad para ella y sus hijos en el futuro.

Y si hablamos de los hombres, lo que todos buscamos son mujeres de ojos grandes, almendrados, rostro maternal, senos abundantes y caderas amplias. Todo eso, para garantizar que el crío estará bien cuidado y crecerá sano y fuerte.

Por eso, mis queridos feos y feas, las personas atractivas ni siquiera los pelan.

Hay feos, sin embargo, que tienen mucha suerte. Yo conozco a algunos que son la excepción de la regla.

Tenía un amigo, ya fallecido, que estaba más feo que un coche por debajo, pero tenía un pegue endiablado. Donde llegaba, inmediatamente se iba hacia donde estaba el grupo de féminas más atractivas e, increíblemente, lograba ser el foco de atracción. Era un feo simpático.

Pienso que este tipo de individuos de alguna manera tienen la habilidad para crear una especie de ilusión o espejismo.

En términos del populacho, tienen «labia».

Pero hay otros feos suertudos que utilizan armas de otro calibre.

Veamos.

-El feo con billetes: No hay que ser muy inteligentes para pensar que las rorras van tras la lana y no les importa ser vistas con un sujeto parecido a Danny Trejo, mientras puedan gozar de los lujos que no se pueden dar con su modesto sueldo de secretaria o dependienta.

-El feo artista: A Benny Ibarra le llovían damiselas cuando era joven y cantaba sus éxitos en los cabarets de la Capital del País, y estaba feo con ganas. Igual sucedía con Ramón Valdés, con el Loco Valdés y tantos otros feyoyos que obtuvieron los favores de muchas jovencitas calenturientas gracias a sus actividades en la farándula.

-El feo paternal: Si tienes billetes, con más de cincuenta años, peinas canas y la líbido aún no te abandona, puedes conseguirte incluso muchachitas de 18 a 20 años, como pasó con el tal Tommy Motola, esposo de Talía, o el viejón que se consiguió a Salma Hayek. A esto se le conoce como Síndrome de Elektra, cuando la mujer está enamorada de su padre y busca a un compañero que llene esa necesidad subconsciente.

En fin, hay muchos ejemplos más. Espero que no se me ofendan los feos por este artículo, pero es necesario que entiendan la diferencia entre acoso y seducción.

Por cierto, si estás feo y le dices un piropo a una damisela, ésta te responderá con una sonora cachetada. Pero si estás guapo y le dices el mismo piropo, se te echará encima y te aventará los chones sin pensarlo dos veces.

Va el refrán estilo pegaso que dice así: «Niego que soy poco agraciado, simplemente me confundí de hábitat planetario». (No soy feo, sólo me equivoqué de planeta).

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