Por Pegaso
En medio de tanto miedo, caos y desesperación como consecuencia de la pandemia, se destacan algunos personajes que dan todo por ayudar a los demás.
Andaba yo volando allá, cerca del espacio sideral, esperando ver el cometa Neowise, que se desplaza a miles de kilómetros de la tierra entre las constelaciones de la Osa Mayor y la mía, Pegaso, y recordaba yo las acciones heroicas de aquellos personajes que no se rajan desde la primera línea de defensa del COVID-19, que son los hospitales.
Pero también en la calle hay héroes, y no quisiera dejar de mencionar a alguno de ellos por temor a ser injusto, pero me tengo que hacer apología de aquellos angelotes panzones y nalgones que andan ayudando a la gente, aún a expensas de su propia seguridad.
Ya desde el principio de la pandemia, el popular Renato Sandoval Zamudio, conocido por sus videos de Internet como Renato Zamudio, gestionaba la entrega de víveres a familias menesterosas de las colonias que se habían quedado sin trabajo y sin dinero.
Más adelante, en plena curva de ascenso del coronavirus, ayudó a muchas personas en el traslado de sus pacientes y a conseguir los valiosos tanques de oxígeno para combatir la enfermedad.
Y qué decir del joven político Mauricio De Alejandro Martínez, quien, de su propia bolsa, o consiguiendo recursos con amigos, reparte cubrebocas y despensas entre la población, y no solo eso, sino que también gestiona ayuda para llevar insumos a los hospitales y mantiene una férrea lucha con la Comisión Federal de Electricidad para que bajen el costo del fluido o reclasifiquen las tarifas.
En los últimos días ha estado contactando a los periodistas que andan en el frente de batalla, cubriendo las noticias, para entregarles un kit de sobrevivencia.
Y desde el Sindicato Autónomo de Maquiladoras, su Secretario General y además, diputado local, Alberto Lara Bazaldúa atiende a los trabajadores y a los ciudadanos del Séptimo Distrito mediante brigadas de sanitización, donación de medicamentos y entrega de despensas.
Por su parte, el periodista Hugo Reyna, quien desde su programa de radio se ha convertido en un importante enlace entre los que tienen y los que no tienen, entre los que pueden donar y entre los que requieren ayuda.
Con frecuencia realiza caravanas de apoyo desde mucho antes de que se supiera del coronavirus.
También el dirigente de la UGOCM, Marcos Heredia Medrano se ha ganado algunas estrellitas porque destina parte de sus ingresos a llevar beneficios a las colonias.
Cierto es que algunos lo hacen para llegar a merecer en un futuro próximo la oportunidad de llegar a un puesto de elección popular, pero eso es válido si se toma en cuenta que hay muchísimos políticos, empresarios y funcionarios que tienen más obligación y que no asoman ni las narices para aventarle un peso al desvalido.
Yo admiro profundamente a todos aquellos que realizan labor social ahí, precisamente en el momento en que se necesita.
Por favor, si se me pasó alguno, háganmelo saber y mañana, en esta misma columna, le rendiré el mismo reconocimiento que a los personajes arriba mencionados.
Ahora bien. Si la pandemia ha sacado lo mejor de algunos de nosotros, es lamentable ver de qué manera el egoísmo y la falta de solidaridad se manifiesta en muchos lugares de nuestro país.
Hay quienes se encierran en sus mansiones climatizadas, albercas, áreas de entretenimiento y ven por sus gigantescas pantallas de plasma cómo el coronavirus hace estrago entre la gente más pobre, la que no tiene ni siquiera para comprar una caja de Ibuprofeno.
Podrá pasar un año, o dos, y cuando esto haya terminado, ellos saldrán a la calle nuevamente, sacudiéndose el polvo como si nada hubiera pasado.
Tal muestra de egoísmo no se veía desde que María Antonieta salió a un balcón del Palacio de Versalles al oír que la gente pedía pan y dijo su famosa frase: “¡Pues que coman pasteles!”
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “En primer término, mis piezas dentales, y posteriormente mis consanguíneos”. (Primero mis dientes y después mis parientes).