Por Pegaso
En unos cuantos días más cumpliremos el primer año de pandemia.
A estas alturas, aún con la amenaza muy lejana del coronavirus, los mexicanos bailábamos al son de aquel ritmo guapachoso de El Capi: “En todo el mundo se está comentando/el pariente de la Chikunguya./ En todo el mundo se está comentando/el pariente de la chikunguya./ Es una rara y extraña enfermedad/que está pegando por toda la ciudad./Es una rara y extraña enfermedad/que está pegando por toda la ciudad./(Estribillo) El coronavirus, el coronavirus/que te desmaya y te hace sentir mal./ El coronavirus, el coronavirus/está pegando por toda la ciudad.”/
O aquella otra de Mister Cumbia que nos enseñaba cómo protegernos del germen: “Todo el mundo está espantado/por una enfermedad/se llama el coronavirus/y es una alarma mundial./ Se dice que nació en China,/varios muertos hay por allá./Hay que ponernos atentos/nos tenemos que cuidar./ Para ponernos las pilas/por eso hice esta canción/no todo en el mundo es meme/como la cumbia del avión./Lo mejor es prevenirnos/unos datos dejo yo;/todos debemos cuidarnos/pongan mucha atención:/(Estribillo) Coronavirus, coronavirus/lávense las manos,/háganlo seguido./Coronavirus, coronavirus/pónganse las pilas/en lugares concurridos.”/
Por lo menos salieron diez cumbias, bachatas, rocks y raps relacionados con el COVID-19 antes de que la viéramos de cerquita y en serio.
Fue hasta el 22 de enero del 2020 cuando el Pejidente, en su mañanera, dio a conocer que ya teníamos en México dos casos sospechosos de coronavirus, uno de los cuales era de Tamaulipas.
Sin embargo, al menos desde un mes antes las autoridades sanitarias ya veían venir la rola y por eso mismo los empresarios empezaron a presionar para que se tomaran medidas preventivas, recordando los estragos que provocó el virus de la influenza H1N1 en el 2009.
Ese día se dio a conocer que el paciente era un individuo de ascendencia china que trabajaba en el Centro de Biotecnología Genómica de Reynosa, fue atendido en el ISSSTE y se fue a su casa, a encerrarse a piedra y lodo.
Un día después, el Estado de Tamaulipas activó el protocolo de bioseguridad, al establecer un cerco sanitario en derredor del “paciente cero”, a quien le cayeron como a Juan Charrasqueado un enjambre de médicos, enfermeras y trabajadores sociales de la Secretaría de Salud.
Ya para ese entonces todo mundo andaba como cucaracha fumigada, de un lado para otro, buscando mascarillas y gel anti bacterial.
En las tiendas se acabaron rápidamente los rollos de papel sanitario, nadie supo por qué. Por ahí salió un meme que decía: “El coronavirus te pega por los pulmones, no por el culo”.
Ya para el mes de febrero, en pleno ciclo escolar 2019-2020, en las escuelas se instalaban filtros sanitarios.
En Reynosa, la doctora Maki Ortiz Domínguez, veterana en el tema de lidiar con pandemias, al haber enfrentado desde la Subsecretaría de Salud la crisis del AH1N1 en el 2009, recomendaba a la población lavarse muy bien las manos, usar mascarillas y mantener la sana distancia, medidas que hasta hoy se mantienen.
En marzo, Maki anunciaba el día 13 la cancelación de la celebración del Aniversario número 271 de la Fundación de Reynosa, para evitar que con las aglomeraciones se potencializaran los contagios.
El 17 de ese mismo mes las universidades dejaron de dar clases presenciales y días después se decretó lo mismo en el resto de las instituciones educativas.
El asilamiento social y el hecho de no poder disfrutar las vacaciones de Semana Santa provocó la frustración de miles de hombres, mujeres y niños que ya tenían preparada su maleta, su bikini, lentes y protector solar para irse a Cancún o a Puerto Vallarta.
Entre julio y agosto se presentó el “pico” de la pandemia, donde había, al menos en Reynosa, entre 80 y 150 contagios diarios y la cifra de pacientes afectados se tornaba alarmante.
A casi un año de distancia, aunque sigue enfermándose la gente y continúa habiendo decesos, hemos aprendido a sobrellevar el virus.
La economía del país y de la región se ha podido recuperar y la gente sigue saliendo a las calles y centros comerciales para hacer su vida casi, casi normal.
Ya tenemos la vacuna en puerta. Vemos la luz al final del túnel, pero aún así, la recomendación sigue siendo la misma: Hay que protegerse y proteger a los demás.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “El temor no se traslada en Equus asinus”. (El miedo no anda en burro).