Por Pegaso
Todos los días llegan a mi correo electrónico mensajes basura, donde me ofrecen formar parte de algún grupo de multimillonarios, recibir una herencia u obtener un jugoso premio.
El último fue un tal Mr. Yaro Yaro.
La verdad es que no sé de dónde consiguen estos tipos los correos electrónicos de uno. Se supone que son nuestros contactos los que tienen acceso a ellos, pero para mí que las grandes empresas que controlan el tráfico en Internet, como Google o Hotmail venden toda esa información para que los defraudadores, hackers y extorsionadores hagan de las suyas.
En un inglés perfecto, el tal Yaro Yaro me dice que necesita de mi urgente asistencia para transferir la suma de 11.3 milones de dólares a mi cuenta de banco.
Indica que si estoy listo, le devuelva el mensaje para darme todos los detalles de la transacción.
Para ello, pide mi nombre, país, número privado, edad, fotografía y profesión.
Por supuesto que tales mensajes los bloqueo para que ya no vuelvan a aparecer en mi bandeja de entrada, pero es imposible deshacerse de ellos.
Me imagino que se trata de bandas internacionales de extorsionadores que explotan la ambición de cada uno de nosotros por hacernos ricos sin mucho esfuerzo y con la mínima inversión.
Yo me pregunto: ¿Cuántos han caído en este engaño?
Para que sigan apareciendo, y apareciendo y apareciendo, significa que es un buen negocio.
Me imagino que aquel incauto que llega a engancharse con la esperanza de recibir una herencia o un premio, es contactado por el supuesto benefactor, quien lo envolverá para que deposite en una cuenta cierta cantidad, como garantía. O conseguirá el acceso a cuentas bancarias y datos personales, con los cuales podrá extorsionar o amenazar al inocente para sacarle la mayor cantidad posible de dinero.
Yo, cuando veo eso en a bandeja de mi correo, simplemente lo boqueo, pero ganas me dan de enviarles un mensaje de regreso diciéndoles: “Métanse su pinche herencia por el fondillo”.
La recomendación, por supuesto, es que no se dejen engañar por ese tipo de correos basura.
¿Quién no ha soñado con ser rico y darse una vida de lujos como cualquier magnate gringo o potentado petrolero árabe?
Mejor hay que ponerse a trabajar y no pensar en sueños guajiros.
En este mundo matraca, sólo hay dos formas de hacerse rico fácilmente: Por la vía de delito y por medio del ingenio.
Si te vas por la primera, jamás gozarás de tus riquezas tranquilamente, porque siempre estarás pensando que los otros son igual que tú y que te quieren chingar.
Si cuentas con ingenio natural y la habilidad suficiente para los negocios, el deporte o el arte, ya la hiciste.
Aunque, a decir verdad, hay otras maneras: Recibir la herencia de tu abuelita millonaria o encontrar un tesoro perdido.
Revisa tu vida. Asegúrate que no estás en alguna de esas circunstancias.
En caso negativo, mejor ponte a trabajar y vive la vida de la manera que mejor te lo permitan tus ingresos en lugar de estar pensando que Yaro Yaro u otros generosos individuos te van a resolver la vida.
Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “Entonces tu palanqueta, ¿cómo la apeteces?” (Y tu paleta, ¿de qué la quieres?)