Por Pegaso
¡Vaya revuelo que se armó en el grupo de WhatsApp que crearon elementos del Ejército Mexicano para estar en contacto con la raza periodiquera y filtrarles información, como ocurre desde hace aproximadamente tres o cuatro años!
Hay malestar entre los administradores de los portales informativos locales y uno que otro corresponsal, porque estamos acostumbrados a que las dependencias tengan un encargado de comunicación social que haga boletines bien estructurados.
Porque los militares solo acostumbran pasar información escueta, muy parcamente: “En tal parte se aseguraron vehículos y armas, durante una acción que se realizó en el municipio fulano”.
Y hasta ahí.
Acostumbrados a los glamorosos comunicados de prensa de las dependencias públicas, como el Gobierno del Estado, los municipios, la UAT y demás entes gubernamentales, las filtraciones de la SEDENA parecen más bien telegramas o cuando mucho, chismes de vecindad.
Como bien decía un amigo, empezando porque las filtraciones NO SON UN COMUNICADO OFICIAL y por consiguiente, no tienen la necesaria credibilidad.
Sí, se incluyen fotos de los militares con los objetos confiscados, donde no dan la cara y nomás se les ve el trasero, por cuestiones de seguridad para ellos.
Pero para elaborar una información completa, donde el lector no se quede con las ganas de saber todos los detalles, se deben cubrir al menos cinco o seis preguntas que son el qué, el quién, el cómo, el cuándo, el dónde y el por qué.
Además, debe citarse una fuente. Claro está que al no incluirse el nombre de algún general o comandante del Ejército, yo siempre cito como fuente el grupo de chat, pero eso no es siempre válido.
Alguien por ahí comentaba que era necesario que la SEDENA contrate a un boletinero profesional, un periodista de carrera, para que la información fluya de manera más adecuada hacia los medios, exactamente como le hacen las dependencias del mundo civil.
Aunque el argumento que siempre sacan es que no pueden dar más datos por cuestiones de su reglamento interno.
Pero entonces, que no los manejen como filtraciones, porque se oye medio feo.
Durante muchos, muchos años, cuando era yo un periodista bisoño, siempre oí escuchar a los más viejos reporteros que los boletines son lo que quiere decir la fuente de información y que ciertamente le conviene.
No lo discuto, porque eso es muy evidente con los candidatos de los partidos políticos en campaña: “El candidato del partido fulano al Gobierno de Tamaulipas tuvo una respuesta multitudinaria en el evento que se celebró en el salón sutano, donde miles de ciudadanos le refrendaron su apoyo… etc.”
El medio de comunicación, llámese periódico, revista, programa de radio, televisión o portal informativo tienen dos opciones: O publicarlo tal cual, con la condición de que se tenga por entendido que se trata de propaganda (algunas son pagadas, otras no, como en el caso de las filtraciones de SEDENA), o rehacer el material donde se tomen solo los puntos de interés periodístico y se deseche lo irrelevante.
Me imagino que si durante la época prehispánica hubieran existido los boletines, leeríamos algo así como esto: “Tenochtitlan, capital de los mexica. A dos conejo de Xiuhpohualli. Nuestro amado Huey Tlatoani, el emperador Pejezomoc Amlocoyotzin ha decretado que todos los hijos de los macehuales retornen a las casas de enseñanza pública, luego del largo castigo que el dios Huitzilopochtli hizo caer sobre la población, cuando los chichimecas, que comían murciélagos crudos visitaron esta ciudad capital.
No obstante, los fifís pochtecas (empresarios, comerciantes), neoliberales y conservadores, se oponen a tal medida señalando que aún Huitzilopochtli está enojado y que habría que esperar hasta que se le pase la muina, sacrificando a dos o tres vírgenes.”
Algo así. Los militares tienen mucho que aprender de los boletineros aztecas para que sus mensajes lleguen claros y creíbles a los oídos de los sufridos macehuales.
Va el refrán estilo Pegaso: “Al sitio donde te dirigieres realiza las actividades que observares”. (A donde fueres haz lo que vieres).