Por Pegaso
Como muchos otros boxeadores que llegan a la cúspide de la fama, forrados de billetes, “El Canelo” Álvarez está que no se la cree.
A la vuelta de unos cuantos años, cuando ya dejan de servir para los cocolazos, el dinero se les empieza a escurrir de las manos, los amigos se van y las correteables chamaconas que antes se derretían por ellos, ya ni los pelan.
Ahorita “El Canelo” todavía está medio galán, pero al rato se le van a poner las orejas de coliflor y la nariz más chata que un perro pug.
Veo en las redes sociales y en los medios electrónicos cómo el famoso boxeador mexicano se da la gran vida, con autos de super lujo, trajes de marca carísimos, las mejores bebidas y las más exclusivas viandas.
Claro que todo eso le ha costado sudor y sangre, pero si es inteligente y todavía le funcionan las neuronas que le van quedando, espero que piense en invertir en bienes duraderos en lugar de dilapidarlos en vicios, juego, mujeres y francachelas.
Veo en este momento una foto donde posa con una hermosísima mujer, de grandes y sensuales labios, pelo rubio y ojos almendrados. Fernanda Gómez se llama.
Su relación con “El Canelo” inició en el 2017 y hasta ahora lo acompaña a cada pelea, a cada pachanga y a cada lugar que visita.
Actualmente es monarca indiscutible de la Asociación Mundial de Boxeo y de la Comisión Mundial de Boxeo de peso supermediano, pero también ha ganado campeonatos mundiales en cinco categorías y empresas diferentes.
O sea, que este tipo colecciona cinturones de campeón como si fueran corcholatas.
Con treinta años a cuestas, todavía puede darse el lujo de subirse al ring y ponerles una chinga a sus contrarios.
Pero los años pasan, y pronto tendrá que seguir el camino de muchos otros grandes del pugilismo.
Porque de tanto golpe, algo se rompe dentro del coco y empiezan a alucinar, o tomar malas decisiones que los llevan finalmente a la bancarrota.
Por eso decía, que mientras le queden neuronas buenas, “El Canelo” debe invertir, para que a los 40 o 50 años no tenga que andar en la calle pidiendo limosna o buscando en los botes de basura.
Su historia me recuerda un tanto a la de Rocky Balboa, en la película homónima (Rocky, estrenada en 1976. Director: John G. Avildsen. Protagonistas: Silvester Stallone, Talía Shire, Burt Young, Carl Weathers y Burgess Meredith).
Un boxeador maleta tiene la buena suerte de que al campeón mundial de peso pesado, Apollo Creed (Carl Weathers) se le ocurrió darle una oportunidad a un don nadie. En la pelea, el don nadie le pone una chinga de perro bailarín, lo que da lugar a una revancha y una segunda película.
El resto es historia.
Yo le sugeriría al “Canelo” que vaya pensando, por ejemplo, ¿por qué no? entrar a la industria del cine, proyectando la historia de su vida.
Quien quita y dentro de algunos años tengamos a una verdadera estrella del celuloide, que cambie los cinturones por óscares.
Si alguno de mis dos o tres lectores es cuate de “El Canelo”, por favor, hágale llegar estas sinceras palabras para que no diga más adelante que no se lo dije.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de Leonardo Di Caprio, cuando iba en la proa del Titanic: “¡Estoy constituido en el monarca del planeta!” (¡Soy el rey del mundo!).