Por Pegaso
¡Qué argüende se armó con eso de las carnitas michoacanas!
Luego de mi vuelo vespertino me puse a hojear algunas páginas electrónicas y me encontré con la polémica acerca del consumo de carne de cerdo durante la época de la Conquista.
La Senadora y directora de teatro, Jesusa Rodríguez, a quien a partir de ahora conoceremos como #Lady Carnitas, dijo una verdad histórica, pero que caló muy hondo en el ánimo de los mexicanos porque a final de cuentas a todos los que habitamos en este abnegado y sufrido país nos gusta el delicioso sabor de la carne de chancho.
En México entero, pero principalmente en Michoacán, se consumen las ricas carnitas, preparadas en un enorme cazo de cobre con grandes cantidades de grasa que se recicla una y otra vez.
Junto con las carnitas también se producen los crocantes chicharrones, el bofe y las tripitas, que son un manjar para el refinado paladar de la raza mahuacatera.
¿Qué albañil no se avienta sus taquitos de suadero, de nana, de buche, de ojo y oreja después de la larga jornada laboral, haciendo la mezcla y pegando tabiques?
O el ejecutivo, que no tiene tiempo para ir hasta su casa. Pasa volando por el puestecito de fritangas y ordenas unos taquitos de carnitas con su salsita de chile de árbol.
Por cierto, ¿se han fijado que los mexicanos, en materia de comida, todo lo decimos en diminutivo?
Pero siguiendo con el tema de #Lady Carnitas, los comentarios que virtió en un video que subió a las redes sociales molestó a personajes como Felipe Calderón, oriundo de Michoacán y gran adorador de las fritangas.
Pero no sólo al ex presidente, sino a millones de mexicanos que se sienten identificados con ese platillo nacional.
Dijo doña Chucha que durante la Conquista, la religión fue impuesta a sangre y fuego por fanáticos y asesinos españoles.
Y agregó que junto con la religión, nos trajeron una dieta violenta.
A continuación procedió a explicar que el día 13 de marzo de 1521 fue cuando se comieron por vez primera los ricos tacos de carnitas, en la plaza de la Gran Tenochtitlán.
Los españoles traían unos cerdos que sacrificaron y luego con su carne aderezaron un opíparo festín, en tanto que los mexicas pusieron las tortillas.
De este mestizaje nació una tradición que dura hasta nuestros días.
Pero, ¿por qué molestó a tantos un simple comentario histórico?
Bueno, doña Chucha dijo que cada vez que comemos carnitas de puerco es como celebrar la caída de Tenochtitlán.
Dicen que la verdad no peca, pero incomoda.
Yo agregaría, para hacer más interesante y amena la discusión, que las carnitas gustaron tanto a los aztecas porque ellos acostumbraban comerse a las víctimas de los sacrificios que hacían a sus sanguinarios dioses.
Cuando probaron por primera vez las carnitas, le hallaron un gustillo semejante al de la carne humana.
Los dejo con esa sesuda reflexión y ahí le paro.
No me vayan a poner el mote de #Lord Carnitas por seguirle la corriente a doña Chucha.
Viene el refrán estilo Pegaso: «Abstente de adicionar una mayor cantidad de porciones de madera a la hoguera». (No le eches más leña al fuego)[email protected]