Por Pegaso
El viernes, cuando se supo que El Trompas se había contagiado de coronavirus, el 99.99999% de los habitantes del planeta hicieron “changuitos” para que ya se petatiara y dejara de hacer tantos males en este mundo.
Pero, ¡oh! decepción. Resulta que el monigote está más fuerte que Arnold Schwuarzennegger cuando ganó siete veces el campeonato del Mr. Olimpia.
Lejos de caer en cama con chorrillo, tos de perro y dificultad para respirar, el orate dijo que no necesitaba de las atenciones médicas porque el COVID-19 le pela los dientes.
Sin embargo, sus consejeros insistieron en que debía someterse a una revisión completa de su estado de salud para evitar posibles complicaciones.
Hasta donde se sabe, sigue estando más sano que un marrano, y se espera que para hoy lunes se reintegre a sus actividades habituales, ya que se encuentra a poco más de un mes y medio de la elección donde los ciudadanos decidirán si se va o si se queda.
Durante los siete meses y cacho que tiene la pandemia en Gringolandia, El Trompas ha insistido en que no es necesario el uso del cubrebocas ni la sana distancia.
A estas alturas han muerto cientos de miles de personas y millones quedaron con secuelas graves tras sufrir la enfermedad, pero él sigue tan campante.
“Vayan a las playas,-recomendó. Salgan a comprar”,-dijo, y los resultados fueron devastadores.
De cualquier manera, la noticia del contagio de El Trompas con coronavirus dio la vuelta al mundo en unos cuantos minutos.
Pero ya se sabe que los pacientes que tienen todos los recursos médicos y económicos a su disposición para atenderse salen bien librados.
Es como si les diera una gripita, como pasó en este caso con el nazi.
Por el contrario, cuando la gente pobre se contagia, no solo los manda a la cama por quince, veinte, treinta o más días, sino que les puede causar la muerte a ellos y a todos sus familiares tras intensos dolores y una prolongada agonía.
Quienes sobreviven, quedan con enormes deudas o tienen que vender su casa, automóviles y otros bienes para costear las medicinas y el tratamiento.
En México, el Fondo Catastrófico fue eliminado de un plumazo.
Aunque se manejaba de manera burocrática y había mucha corrupción, representaba una luz al final del túnel para muchas familias que no tenían con qué enfrentar la desgracia.
Pero volviendo con El Trompas, seguramente lo veremos este lunes ya repuesto, cachetón y rozagante, buscando los votos de los zombies… perdón, de los ciudadanos para seguir por cuatro años más como inquilino de la Casa Blanca.
A su paso por el Gobierno norteamericano, ha dejado una gran devastación, como Godzilla, cuando entra a Nueva York para poner sus huevos entre los rascacielos (Estrenada en 1998, dirigida por Roland Emerich, con la actuación de Matthew Broderick, Jean Reno, María Pitillo, Hank Azaria, Kevin Dunn y Michael Lerner).
Una estela de racismo que reforzó los sentimientos de odio hacia los grupos minoritarios, pero también el peligro latente de un enfrentamiento bélico con países como Corea del Norte y China.
No. El Trompas no se va a morir de coronavirus. Es más, para mí que es una estrategia de campaña para ganar votos rumbo a la elección de noviembre.
Nos vamos con el refrán estilo Pegaso, que viene aquí como anillo al dedo: “Arbusto funesto jamás perece”. (Hierba mala nunca muere).