Por Pegaso
Yo pensaba que los guionistas de los programas cómicos de la televisión creaban libretos para los más graciosos personajes gracias a que tenían mucha imaginación, o a sus propias vivencias.
Pero no. La mayoría han abrevado de fuentes clásicas.
Viendo y volviendo a ver unas escenas de la película en blanco y negro “El Joven Frankenstein” (Young Frankenstein, por su título en inglés. Estrenada en 1974. Director: Mel Brooks. Protagonistas: Gene Wilder, Teri Garr, Cloris Leachman, Marty Feldman, Peter Boyle y Madeleine Kahn), me doy cuenta que una de las parodias más famosas de la televisión mexicana está inspirada precisamente en esa obra maestra del cine de comedia.
Los Mascabroters, para crear sus personajes de Franky e Igor, pretendieron dibujar al Dr. Franskensteen e Igor de la película d Brooks, guardando por supuesto, las diferencias abismales que hay entre unos y otros.
A mí me parecía chistosísimo el personaje de Igor de los Mascabrothers, pero al redescubrir al Igor de “El Joven Frankenstein”, casi me ‘ago de la ‘isa (Nota de la Redacción: El autor quiso decir que casi se empalaga de la risa).
Si alguno de mis dos o tres lectores tiene la oportunidad de ver completa o hallar esta magnífica película en alguna plataforma de streaming, véala y después me agradece la recomendación.
He visto películas basadas en el Frankenstein de Mary Shelley, pero jamás he hallado un Igor tan gracioso como este. No por nada el Instituto Americano de Filmografía a esta película en el número 13 de las 100 películas estadounidenses más divertidas de todos los tiempos.
Luego, entonces, sí hay entre los guionistas mexicanos gente preocupada en abrevar de las obras clásicas.
Y por ejemplo, Chespirito se copiaba mucho de su homónimo inglés, William Shakespeare. Ciertamente, la musiquilla fastidiosa de El Chavo del Ocho viene de una obra de Beethoven.
Pero hablando de la estupenda película que catapultó a la fama mundial al cineasta Mel Brooks, considerada un clásico, “El Joven Frankenstein”, la historia que cuenta fue ambientada en los años 30.
Un conferencista famoso de Estados Unidos, el doctor Frederick von Franskenstein es notificado que ha heredado la hacienda de su abuelo, el famosísimo Dr. Frankenstein de la novela de Shelley, en Transilvania.
Tras viajar a ese país y llegar a la propiedad, se encuentra con una atractiva auxiliar llamada Inga, la enigmática ama de llaves Frau Blücher y un jorobadito llamado Igor.
Entre los cuatro hallan los diarios privados de su abuelo y decide continuar con su trabajo, que era el de revivir el cuerpo de un criminal ejecutado.
La torpeza de Igor hace que el cerebro destinado al enorme y robusto cuerpo quede inservible, y entonces toma uno de una persona anormal y se lo entrega a Frankenstein, para completar el experimento.
Total, el monstruo sale al pueblo y arma tal alboroto, que a punto estuvieron de linchar al científico. Este logra calmarlos cuando le implanta algo de su intelecto a la criatura, quien termina casándose con Inga, la auxiliar.
Toda la película está tachonada de comiquísimas situaciones, pero lo que más provoca risa son los ojos saltones de Igor, su joroba que a veces cambia de lado y su túnica marrón con caperuza.
Si tiene suerte de encontrarla, sabrán por qué es una obra maestra del género de la comedia y la parodia.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de Igor, el de los Mascabrothers: “Abstente de estarme molestando”. (Ya no me e’tés ‘ingando).