Por Pegaso
Volando por las alturas, entre cúmulos y cirros, me puse a pensar que durante el sexenio de Peña Nieto, al cual le quedan 70 días de vida, hubo miles de damnificados por causas tales como terremotos, inundaciones, huracanes y… reformas estructurales.
Muchos perdieron sus casas, sus vehículos y muebles, pero hay uno del que nadie habla.
El personaje en comento fue muy vapuleado por las absurdas leyes que impulsó desde la Casa Blanca… no, desde Palacio Nacional el actual Jefe del Ejecutivo Federal.
De estar en el primero o segundo lugar de la lista de multimillonarios de Forbes, allá por el 2008 o 2010, pasó al séptimo lugar, abajo de Jeff Brezos, Bill Gates, Warren Buffet, Bernard Arnault, Mark Zuckerberg y Amancio Ortega.
Accionista con el 17% del prestigioso diario The Washington Post, a como va el asunto dentro de poco lo veremos vendiendo periódicos en una esquina de Manhattan.
Decía yo que las maldecidas reformas estructurales de Peña Nieto le han costado a muchos miles de millones de dólares. Es más, tengo entendido que a Charly Delgado, su nombre de pobretón, ya se le han cerrado las puertas de exclusivos clubes de millonetas de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, donde con un chasquido de dedos se quitan y se ponen gobiernos en el mundo.
Tan pobre ha quedado nuestro ilustre compatriota, que pronto lo veremos haciendo cola en la ventanilla del Programa 65 y Más.
Pocas son las personas, en verdad, que aguantan un descalabro financiero como el que tuvo que soportar Carlos Slim, ya que de casi 75 mil millones de dolarillos que tenía cuando ocupaba el segundo lugar de Forbes, ahora sólo tiene 64 mil, y sigue bajando en el ranking mundial de los hombres más ricos del planeta.
Recordemos que Charly Delgado, antes de entrar al selecto club de los multimillonetas, sólo era el Presidente de un modesto grupo llamado Carso.
Poco antes de que terminara el sexenio de su amigo del alma y tocayo, Carlos Salinas De Gortari, compró a precio de ganga la compañía paraestatal Teléfonos de México (TELMEX) y de ahí sacó para adquirir muchas otras empresas que integran un grupo mucho más grande, Inbursa.
Al ser TELMEX empresa única en el país, el regordete empresario se hinchó de lana a más no poder, desplazando a los más acaudalados hombres de negocios del mundo y estando a un tris de quitarle el puesto a Bill Gates, propietario de Microsoft.
Con la reforma a la Ley de Telecomunicaciones, México se abrió a la competencia, TELMEX dejó de ser un monopolio y las ganancias de nuestro personaje se fueron a pique.
Lo dicho, Carlos Slim fue el mayor damnificado en el sexenio de Peña Nieto. La fortuna que perdió sería suficiente para reconstruir las miles de viviendas afectadas por sismos, inundaciones y huracanes.
Pero a diferencia de los damnificados comunes y corrientes, no vive en tecuruchos de madera o en tiendas de campaña, sino que lamenta sus desgracias en alguna de sus fastuosas mansiones. No almuerza una torta de buche con su chesco todos los días, como lo hacen los demás, sino que degusta platillos exquisitos de la alta cocina francesa, como el Foi Grass, con vino Chardonnay de la mejor cosecha.
En fin, viene aquí el refrán estilo Pegaso que dice: «¡Míseros acaudalados!¡Cuánta conmiseración me provocan!» (¡Pobres millonarios!¡Qué lástima me dan!).