Por Pegaso
Desde mi búnker observo cómo casi todos los días el Pejidente López Obrador se saca de la manga, hábilmente, una respuesta a todos los cuestionamientos que le hacen avispados reporteros, durante la conferencia mañanera.
Me doy cuenta que los periodistas están bien documentados, que han hecho su tarea y saben de lo que están hablando, pero ¡oh! desilusión! La respuesta que invariablemente da El Peje para salir del apuro es: «Yo tengo otroj datoj».
Habilidad tal para salir de los embrollos jamás se ha visto en los anales de la Historia Universal, desde el establecimiento de las primeras civilizaciones en la Media Luna Fértil de Mesopotamia, en el antiguo Egipto, en el Valle del Indo, en la milenaria China o en la Grecia clásica.
Los gobernantes, estadistas, líderes políticos y religiosos pudieron evitarse muchos dolores de cabeza con sólo decir esas tres palabras: «Yo tengo otros datos». (Nota de la Redacción: Es posible que nuestro colaborador se haya equivocado, ya que son cuatro palabras, no tres). (Réplica del columnista: Yo tengo otros datos).
Hitler no se hubiera visto orillado a suicidarse de haber sabido esa sencilla fórmula, cuando en la Corte Internacional lo acusaron de haber matado a más de seis millones de judíos. Le hubiera bastado decir: «Yo tengo otros datos».
Napoléon Bonaparte se hubiera evitado su primera gran derrota cuando intentó invadir Rusia y uno de sus consejeros le decía que allá hacía un chingo de frío, que había que llevar chamarras.
A lo cual pudo contestar el chaparro personaje: «Yo tengo otros datos». Aunque de igual manera se hubieran congelado sus soldados.
Cuando la compañía naviera que construyó el Titanic tuvo que acudir a las autoridades inglesas para responder por la muerte de miles de pasajeros, luego de escuchar las pruebas periciales que la inculpaban, se le pasó por alto decir: «Yo tengo otros datos».
Luis IV, el «Rey Sol», perdió la cabeza en la guillotina, pero pudo evitar su suerte si hubiera dicho: «Yo tengo otros datos», cuando Richelieu le decía que la gente se estaba muriendo de hambre.
Quien no se pierde un solo capítulo… quiero decir, una sola transmisión de las conferencias mañaneras de AMLO es el mitómano presidente gringo.
El Trompas siempre toma nota de los juegos de palabras, retruécanos y jiribillas que utiliza el Pejidente para quitarse de encima a los latosos periodistas.
Según información de inteligencia, El Trompas pretende incluir en la nueva edición de su libro Mil Lucha… ¡perdón! El Arte de la Negociación, algunas de esas sabias enseñanzas.
Así, cuando vaya perdiendo en las encuestas para la próxima elección, hará uso de la socorrida frase: «Yo tengo otros datos» con el fin de influir en la opinión pública.
Ya forman parte del compendio político nacional las respuestas del Peje, cuando Jorge Ramos lo espetó respecto del crecimiento de la delincuencia, y AMLO le reviró: «Yo tengo otroj datoj».
Igualmente, cuando las calificadoras internacionales señalan que México va rumbo a la quiebra, el Pejidente les contesta con mucha modestia: «Yo tengo otroj datoj».
Cuando, con los pelos de la burra en la mano le reclaman de su necedad de construir el aeropuerto de Santa Lucía, a sabiendas de que hay un cerro enmedio, él dice en tono tajante: «Yo tengo otroj datoj».
Y así, sucesivamente. La fracesita se ha convertido en un referente que utilizan chicos y grandes para justificarse en el trabajo o en la escuela.
El niño que reprueba el examen porque no contestó bien y le reclama a la maestra: «Yo tengo otros datos», o el obrero que provoca el fallo de la maquinaria en una maquiladora, al introducir mal las instrucciones: «Yo tengo otros datos», será su respuesta.
Termino mi colaboración de hoy con la frase estilo Pegaso: «Poseo diferentes variables». (Yo tengo otros datos).
Posdata: ¿Verdad que sí son tres palabras?.