Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerca de la estratósfera, escuchando por medio de las ondas hertzianas cómo los habitantes de Villahermosa, Tabasco, se las están viendo negras con el desbordamiento del río Grijalva a causa de las torrenciales lluvias.
Cinco colonias quedaron bajo el agua, y las postales que nos envían las agencias noticiosas parecen un déjavu de lo que ocurrió en 1967 en Reynosa, al paso del huracán Behulla.
Es más, subí a un grupo de wasap la foto aérea de una parte de Villahermosa, en la actualidad y otra en blanco y negro, también en vista aérea de Reynosa en aquella época.
Hasta parece la misma foto.
Después de conocerse la magnitud de la tragedia en comunidades de aquel Estado del sur del país, inmediatamente empezaron a organizarse centros de acopio para enviar ayuda humanitaria.
El primero de ellos fue el de la diputada Susanita Juárez Rivera, quien puso a disposición de la ciudadanía su oficina ubicada sobre la calle Veracruz, de la colonia Rodríguez.
Las crónicas nacionales dicen que la comunidad más afectada por los desbordes fue Macuspana, cuna del Pejidente ALMO.
Apenas hace unas semanas se le vio sentado bajo la sombra de un frondoso árbol, allá, en su rancho “La Chingada”, y ahora todo eso está bajo el agua.
¡Qué ironía! Fue ALMO, precisamente, quien decretó la desaparición de fideicomisos como el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN).
Ahora tendrá que sacar lana de debajo de las piedras, porque las arcas del FONDEN quedaron vacías y desmanteladas.
Pero volviendo nuevamente a las similitudes entre el Villahermosa del 2020 y el Reynosa de 1967, han de saber mis dos o tres lectores, que el río Bravo siempre ha representado un riesgo para la población de las colonias ubicadas en el Centro y un poco más para allá.
A pesar de que se construyó el bordo de contención, la Comisión Nacional de Límites y Aguas sigue advirtiendo de la posibilidad de que las crecientes lleguen a afectar a miles de personas que ilegalmente viven en la zona de inundación.
Hace poco más de dos meses, tras el paso del huracán Hanna, CILA informó que había posibilidades de que el río desbordara durante la noche.
Hubo perifoneo en las colonias cercanas al afluente, pero muy pocas personas salieron de sus casas, por temor a la rapiña, como sí aconteció ahora en Villahermosa.
Por fortuna, la riada no ocurrió y los que salieron regresaron a la mañana siguiente a sus hogares.
Las inundaciones son siempre una gran tragedia. Se está viviendo en aquella parte del país, donde la gente perdió prácticamente todo lo que hay en el interior de sus casas.
En las fotografías se ve cómo muchos de ellos, en lancha o a pie, sacan lo poco que pueden rescatar para llevarlo a un sitio más seguro.
Un tema similar ocurrió después del huracán Hanna, en colonias como La Azteca, Lázaro Cárdenas y Burocrática.
Tal impacto han generado las inundaciones en el inconsciente colectivo, que un artista plasmó un cuadro donde se ve la iglesia de Guadalupe inundada casi hasta tapar las dos torres y a un lado una mujer en cuclillas, tratando de secar toda el agua con un trapo.
La obra pictórica se puede ver en la oficina de la Presidencia Municipal.
Quiero terminar mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Ocurre precipitación pluvial encima de superficie húmeda”. (Llueve sobre mojado).