Por Pegaso
“¡Que pase el desgraciadoooo!”, era el grito más popular en la televisión mexicana hace apenas unos años, cuando la presentadora Laura Brozzo reinaba en los horarios estelares de Telerisa.
Sus programas “Laura en América”, “Laura sin Censura” y “Laura en Acción”, rompieron récords de audiencia, tanto en Perú como en nuestro país.
Consistían básicamente en lo siguiente: En cada emisión presentaba uno o varios casos, donde Laura fungía como jueza omnipotente.
Llegaba una persona, casi siempre mujer, con algún problema familiar, de pareja o legal.
Tras las explicaciones envueltas en lágrimas y mocos, se hacía pasar al acusado, quien desde un rato antes estaba en un anexo del estudio esperando su entrada triunfal.
Cuando eso ocurría, la conductora decía: “¡Que pase el desgraciadoooo!” Y queriendo o no, aquel tipo tenía que apechugar el odio y la rechifla del respetable público, que ya para ese momento estaba como navajita de rasurar, bien lavado el coco por la voz chillona de la peruana.
Por lo general, las “pruebas” que se presentaban en contra del acusado eran videos que se grababan con cámara escondida por parte de la producción del programa.
De su país de origen, Perú, tuvo que salir corriendo, porque las asociaciones y personas realmente pensantes la acusaron de crear falsos estereotipos.
Luego se vino a México a hacer de las suyas. Logró venderles la idea a los ejecutivos de Telerisa y durante los primeros años lograron el primer lugar en audiencia, con ventas de publicidad estratosféricas.
El morbo siempre vende, y para prueba, todos y cada uno de los programas que hizo Laura Brozzo en este país.
Pronto se hizo de enemigos por su personalidad extravagantes y chapucera. Se metía en un escándalo tras otro donde, incluso, se buscaba chavos mucho más jóvenes que ella, a quienes les pagaba para que dijeran que eran su pareja sentimental.
También sus producciones eran tramposas. Nadie en su sano juicio podía pensar que un tipo querría ir por su propio pie a un programa de televisión que se transmitía en horario estelar, para quedar en ridículo y recibir el odio de millones de personas.
Lo que se sabe ahora es que les pagaban una buena lana para que personificaran un personaje.
En cierta ocasión, Laura Brozzo entrevistaba a una llorosa mujer embarazada.
La conductora la preguntó, señalando la voluminosa barriga: “¿Qué te pasó ahí?”
La mujer respondió: “Me picó un mosquito”.
Inmediatamente, con su voz desagradable, la conductora gritó: “¡Que pase el mosquitoooo!”, que no era más que el supuesto padre de la criatura.
Desde hace varios días Laura Brozzo se ha convertido en noticia nacional e internacional. Hacienda le confiscó una propiedad, por un adeudo millonario de impuestos, y ésta la vendió.
Se le fincó el delito de defraudación fiscal, a ella, que dice ser abogada, pero no acudió a declarar, ni mucho menos a finiquitar el adeudo.
Por el contrario, se hizo ojo de hormiga y por medio de su defensor legal pidió se le diera prisión domiciliaria, porque ya está viejita y padece de enfisema pulmonar.
Pero como Hacienda es más cabrona que bonita, la petición de la conductora le valió gorro y solicitó a la Interpol que se emitiera la “ficha roja” para que se le detuviera en cualquiera de los 190 países que tienen tratado de extradición con México.
Ahora, la justicia mexicana le dice a Laura Brozzo: “¡Que pase la desgraciadaaaa!”
Por eso aquí viene el refrán estilo Pegaso: “¡Ahora es equivalente a tejido glandular mamario de ave gallinácea añosa!” (¡Ya valió chiche de gallina vieja!)