Por Pegaso
En las últimas semanas me he aficionado a un canal de You Tube que se llama “El Rey Va Desnudo” (ERVD), con el periodista Mauricio José Schwarz.
Me imagino que dio ese título a sus videos por el cuento de Hans Christian Andersen que se llama precisamente “El Rey desnudo”.
Dos pícaros llegan a un reino y se presentan con el rey, a quien aseguran que son sastres y poseen el conocimiento para hacer prendas maravillosamente confeccionadas y de una delicadeza y belleza excepcionales.
El rey, picado de la curiosidad, les pide que le hagan un traje. Para ello, los pillos le piden cierta cantidad de dinero que el monarca inmediatamente entrega.
Los falsos sastres le dicen que las prendas que ellos elaboran tienen como cualidad que solo aquellos que son hijos legítimos de sus padres pueden verlas.
Cuando le entregaron la vestimenta al rey, aunque no puede ver nada, hace como que sí la ve, porque no quiere que piensen que es hijo ilegítimo.
Así que en ocasión de un suntuoso desfile, hace llamar a los sastres y estos lo atavían delicadamente, diciéndole lo bien que se ve con el nuevo traje y los colores tan extraordinarios que refleja con la luz del sol.
Enterado todo el pueblo de la nueva prenda del monarca y su extraordinaria cualidad, no es de extrañar que al iniciar el desfile, nadie quiere decir que no ve el ropaje, por temor a que los de al lado se burlen y digan que son hijos bastardos.
Hasta que de pronto un niño pequeño dice: “¡El rey va desnudo!¡El rey va desnudo!” Segundos después, empezó un rumor que pronto se hizo un grito generalizado: “¡El rey va desnudo!”
Ya sin asomo de duda, el ingenuo monarca va a su castillo a buscar a los pícaros sastres, pero estos ya habían puesto distancia de por medio con todo el dinero que les había entregado.
Schwarz se encarga de desnudar a todos los charlatanes y conspiranoicos. Con un bagaje científico muy amplio y razonamientos lógicos, se parece a aquel niñito que ve al rey desnudo, en medio de un mar de personas enceguecidas por su propia ignorancia y sus propios prejuicios.
Desde los OVNIS hasta los terraplanistas, desde los falsos profetas hasta los políticos mentirosos, desde las conspiraciones más tenebrosas hasta las religiones milenarias, nada escapa al inteligente análisis de este periodista que en su juventud era muy dado a teorizar sobre la presencia de seres extraterrestres y personas con poderes adivinatorios o facultades paranormales.
Esto es una muestra de que no siempre el pensamiento de una persona es el mismo en el transcurso de su vida.
También yo, en mi juventud, leía revistas como “Duda” y otros magazines de “ciencias ocultas”, así como libros escritos por “autoridades” en la materia, como “El Retorno de los Brujos”, “Isis sin Velo” y demás basura esotérica.
En mis años veinte, fui cambiando a otras publicaciones, como “Muy Interesante” y “Quo”, que me ayudaron a comprender un poco mejor el mundo físico en que vivimos.
Hoy me jacto de tener un buen cimiento intelectual. No hay nada que me sorprenda y difícilmente alguien puede convencerme de que la magia existe o de que fuimos creados por dioses omnipotentes.
Positivismo, se llama la corriente filosófica que solo acepta pruebas sustentadas en el método científico para respaldar lo que se dice.
Es un legado de René Descartes que hoy en día todavía constituye una guía valiosa para acercarnos a la realidad.
Bien por el colega Mauricio Schwarz, uno de los pocos periodistas que considero que son congruentes entre su forma de pensar y de hacer.
Porque el periodista, comprometido con la verdad, no puede afirmar algo si no cuenta con pruebas.
Y ciertamente, cualquier religión o creencia siempre va a adolecer de pruebas porque se sustentan en la fe, que es la condición de aceptar todo lo que otros dicen sin ponerlo en la balanza de la duda.